Ochenta años después

 Ochenta años después

Se cumplen ochenta años de la rendición de Alemania. En Europa fue el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La capitulación del Japón llegó cuatro meses después. Al cabo de aquella tragedia que arrebató la vida a un número ingente de personas -más de 60 millones según algunas fuentes, otras lo elevan a ochenta- el continente trató de recomponerse.

Alemania buscó su redención contribuyendo a la creación de una Europa unida. A diferencia de lo que ocurrió tras las Primera Gran Guerra, esta vez habían comprendido la lección. Sus nuevos políticos, con Konrad Adenauer a la cabeza, heredaban un país en ruinas y una sociedad culpable. No pudieron ocultar que en los años treinta del siglo pasado, a la manera de un cáncer político, el nazismo nació, creció y todo lo invadió contando con el apoyo y la complacencias de buena parte de la sociedad alemana.

Esta circunstancia no quedó suficientemente explicitada en las conclusiones de los Juicios de Nuremberg, porque los aliados se centraron en establecer la responsabilidad de los jerarcas nazis ante la complejidad a la que habría llevado un proceso más amplio centrado en la responsabilidad de una sociedad civil como la alemana, que desde los años iniciales del régimen hitleriano durante años miró para otra parte frente a las detenciones arbitrarias, el expolio a las familias judías, el internamiento en los campos de concentración de los disidentes, la aplicación generalizada de programas de eugenesia y finalmente el Holocausto: la aplicación a escala industrial del plan para exterminar a los judíos dentro y fuera de las fronteras del Reich.

Alemania salió de la guerra sintiendo que era un país culpable y por eso sus nuevos dirigentes no dudaron en impulsar junto a Francia, Bélgica e Italia la creación de las primeras instituciones que desembocaron en el edificio que hoy es la Unión Europea. Una construcción política que actúa como baluarte frente a cualquier tentación disgregadora que sería el fruto de la indeseable vuelta a los nacionalismos, el virus que con sus diferentes variables nacionales acabó creando las condiciones que desembocaron primero en la guerra y finalmente en la gran matanza, la mayor sufrida por Europa a los largo de los siglos. Ahora que tanto en la propia Alemania como también en otros países de la Unión están cobrando fuerza opciones políticas xenófobas de extrema derecha, parece pertinente recordar de dónde venimos como alerta y freno frente a las tentaciones revisionistas de la Historia.

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