Marlaska y el armario

La verdadera salida del armario de Marlaska nada tiene que ver con su respetabilísima, libérrima y reconocida opción sexual. En absoluto. El destape del ahora ministro y antes respetado juez es otro y este sí que conlleva el descubrimiento de alguien y algo que había permanecido oculto y ahora se ha desparramado dejando perplejos y en muchos casos decepcionados y avergonzados a los que le profesaron admiración y respeto.
Tras hacer sus primeros pinitos en la rebaba de la política de la mano del PP fue captado como ministro por Sánchez para la cartera de Interior. Muchos pensamos-me cuento entre ellos-que dada su trayectoria judicial y sus años de batalla contra ETA y sus asesinos sería un valladar del Estado de Derecho en la defensa de las víctimas y del estricto cumplimiento de las leyes. Pero fue coger la cartera y transmutarse de inmediato en lo contrario. Marlaska es hoy sinónimo de traición a todos los principios que el mismo declamaba, de humillación de las victimas y de favores obscenos y continuos a sus verdugos de desamparo a su subordinados, las fuerzas y cuerpos de seguridad, desde las terribles noches catalanas, su rendición al separatismo, la retirada de la Guardia Civil de Navarra y su violación de la leyes al cesar tiránicamente al coronel de los Cobos por negarse a cumplir su orden de conculcarlas .
Este episodio es el que más y mejor exhibe su absoluta y ya total desvergüenza, pues en él se conjuga el sectarismo político con su condición de juez para proceder al pisoteo de las leyes y de los servidores del estado que las respetan y cumplen. La reciente sentencia de la Audiencia Nacional ha sido demoledora y contundente. Se había destituido al coronel de los Cobos por negarse a acatar la orden expresa de la directora general, a instancia de Marlaska, de que vulnerara la ley y la orden directa del Juez Instructor de mantener una investigación en secreto. Se ordenó la reposición del coronel en su cargo, pero utilizando subterfugios legales para retrasarla, Marlaska y su directora de la Guardia Civil se resisten a cumplirla.
Lo último en su peripecia, tras la recepción de unos sobres con cartuchos de bala y amenazas, ante lo que solo cabe una respuesta, la condena sin paliativos, la investigación, que es cosa de su ministerio y el castigo al responsable, ha sido el entrar en el paroxismo de la sobreactuación desaforada. Del brazo y del ramal de la extrema izquierda populista y más antidemocrática y violenta ha clamado el "argumento" final de esta encenagada campaña de que aquel que no les vote a ellos es un fascista. Ha ido más lejos, se ha llevado a la tribuna del mitin a la Directora General de la Guardia Civil con lo cual inflige otra herida importante al respeto institucional por ese cuerpo al que habría que preservar a toda costa alejado de la pelea política y menos meterlo a participar en ella. Su personal conclusión, inaudita en un juez y terrible en un ministro del Interior ha sido declarar unilateralmente "organización criminal" al PP, principal partido de oposición nacional y de gobiernos en muchas autonomías y ayuntamientos, en su totalidad y conjunto.