“El abrazo”, de Anne Michaels: la novela donde se juntan el amor y el campo de batalla

La poeta y novelista, Anne Michaels (Toronto, 1958) lo ha vuelto a hacer. 27 años después de lanzar la novela ganadora del Orange Prize y el Guardian Fiction Prize, “Piezas en fuga”, la autora canadiense se abre paso de nuevo con “El abrazo” (Alfaguara, 2024).
Varias generaciones y el campo de batalla son las dos patas que sujetan el cuerpo de esta obra. “No podría ser más oportuna: la guerra y sus daños”, dice la escritora, Margaret Atwood sobre la nueva narrativa de Michaels.
“El abrazo” reúne, en doce capítulos, los relatos de cuatro generaciones. Desde 1908 y hasta 2025 –como si de una historia premonitoria se tratase–, la autora divaga por los lugares más recónditos y por los escenarios bélicos de Francia, Inglaterra, Estonia o Finlandia. Y, sin miedo a divagar, construye una prosa poética que empapa cada página de belleza, deseo y emociones. Pero, sobre todo, se trata de una novela que describe cada detalle como si fuera el último.
En “Piezas en fuga”, Michaels revivió lo que sufrieron las víctimas del Holocausto nazi, influida por sus propios progenitores. En concreto por su padre, Isaías Michaels, judío y refugiado polaco. Ahora, con “El abrazo”, mantiene ese rastro imborrable que deja la guerra –como la Gran Guerra o la todavía sin comenzar Segunda Guerra Mundial– y los lugares hostiles. Y a su vez, acompasa el relato con el amor y la lealtad que ello supone, y con lo íntimo.
El primer destino elegido para comenzar la novela es Cambrai, Francia. Y aunque “El abrazo” empiece, según su índice estipula, en 1917, la novela no sigue un orden cronológico. Un poco antes de poner el broche final, la obra de Michaels da un salto a 1908. Precisamente de esto está compuesto el libro de la autora canadiense, de saltos en el tiempo y entre generaciones que marcan un antes y un después en la vida de John y Helena, sus protagonistas.
En la primera escena John yace en un campo de batalla, cerca del río Escaut, sin apenas poder moverse… ¿Por qué? Una explosión lo ha malherido y le obliga a permanecer en el suelo, mientras copo a copo la nieve deja su huella en el suelo. Un momento que le permite concentrar sus pensamientos y perderse en su memoria, en los recuerdos, en la imagen de Helena una y otra vez, en su padre, en su pasado.
Poco después, tres años más tarde, John vuelve de la guerra a North Yorkshire. Ha superado el campo de batalla, aunque no sin secuelas. Helena y él se comprometen de nuevo en su negocio de fotografía y continúan sus vidas, juntos, aunque con todos los fantasmas del pasado presentes en cada una de esas instantáneas. Unas imágenes que el lector podrá interpretar entre líneas.
Las descripciones, a las que no les falta ni el más mínimo detalle, son sin duda las que marcan el compás de esta novela. La ropa de Helena se puede tocar a través de las páginas del libro; los pensamientos de John pueden sentirse; las vivencias de su padre campesino acaban siendo las del lector.
“El abrazo” es, sin duda, un sinfín de descripciones que dejan a quien se acerca a ellas sumergido en una historia que parece tocarse con los dedos. Y este es, en definitiva, el propósito de Anne Michaels porque, como explicaba en una entrevista al diario “Financial Times”, su lector perfecto es alguien que esté dispuesto a meterse con ella en el libro y a reconocer el esfuerzo mental que a ella le ha supuesto escribirlo.