Las farmacias rurales de Madrid son las guardianas de la salud en la España vaciada

En los pequeños pueblos de la Comunidad de Madrid, donde el acceso a servicios básicos puede suponer un reto diario, las farmacias rurales se han convertido en un pilar imprescindible.
En municipios como Canencia, con menos de 500 habitantes, la presencia de una farmacéutica no solo garantiza el acceso a medicamentos, sino también una atención cercana, constante y, muchas veces, vital para una población mayoritariamente envejecida.
Montse Rodríguez, farmacéutica comunitaria en Canencia, encarna este compromiso. Es la única profesional sanitaria presente de lunes a sábado y, al residir en el municipio, está disponible los 365 días del año, las 24 horas. “Si necesitan algo, me buscan”, afirma. En su jornada habitual, que comienza a las 9 de la mañana (una hora más tarde los sábados), puede atender entre 10 y 20 personas, muchas de ellas mayores de 80 años que acuden con recetas del médico que solo pasa por el consultorio dos veces a la semana, durante escasas dos horas y media.
El reto del servicio domiciliario y el aislamiento
Las dificultades del entorno rural se hacen evidentes en el día a día de estas profesionales. La imposibilidad legal de ofrecer un servicio domiciliario limita su capacidad de actuación, especialmente cuando los pacientes no pueden desplazarse. “Si a una persona mayor le duelen las piernas y ha nevado, ¿qué hago?”, se pregunta Montse con frustración.
La realidad de estas farmacias dista mucho de las de la capital. El invierno se alarga desde octubre hasta mayo, lo que implica un elevado consumo energético en locales que, muchas veces, apenas reciben visitas. “Es luz gastada para que no venga nadie en todo el día”, relata. A ello se suma la necesidad de mantener un stock de medicamentos que muchas veces acaban caducando, ya que la demanda es escasa pero imprescindible.
Ayudas para mantener la red farmacéutica rural
Ante esta situación, la Comunidad de Madrid ha dado un paso adelante con una nueva línea de ayudas dirigida a farmacias situadas en municipios de menos de 1.000 habitantes. La medida contempla hasta 10.000 euros para la apertura de nuevos establecimientos que presten servicio cinco días o más a la semana, y hasta 5.000 euros para mantener los ya existentes. En total, el presupuesto destinado asciende a 700.000 euros, dentro del programa Pueblos con Vida, que busca revitalizar las zonas rurales con una batería de 13 medidas.
El consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local, Miguel Ángel García Martín, destacó que estas subvenciones no solo fomentan el emprendimiento, sino que garantizan “servicios farmacéuticos básicos” en áreas donde el comercio de proximidad es esencial. En esta línea, el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, Manuel Martínez del Peral, valoró positivamente la iniciativa: “Ayuda a aliviar una situación complicada. Son pueblos muy pequeñitos donde muchas veces, entre semana, apenas hay vecinos”.
Un servicio con alma comunitaria
Más allá de medicamentos, estas farmacias ofrecen humanidad, cercanía y compromiso. Representan un servicio esencial para quienes, debido a la edad o al aislamiento, no pueden desplazarse fácilmente. Las ayudas públicas suponen un respiro, pero para garantizar su viabilidad a largo plazo, profesionales como Montse Rodríguez insisten en la necesidad de una mayor flexibilidad legal y un apoyo constante que les permita seguir cuidando de quienes más lo necesitan.