Allegro ma non troppo

Llevo semanas, meses, incluso años, buscando noticias esperanzadoras, mensajes que me permitan decir que esto va bien, que puede ir mejor, que hay esperanza.
En los últimos días me pongo a escuchar a Fernando Simón y trato de creerme las cifras que da o los argumentos que ofrece para no darlas. Veo los debates parlamentarios esperando cordialidad y buenas palabras entre Adriana Lastra y Cayetana Álvarez de Toledo. Miro las noticias de los diarios regionales esperando que nadie hable del miedo a que las hordas madrileñas vuelvan a invadir Galicia o Cantabria o Murcia y que les permitan ir a sus segundas residencias donde pagan sus impuestos todo el año. Leo los diarios económicos buscando buenas noticias. Y, hoy, por fin, he visto signos positivos. ¡Aleluya!
El presidente del Gobierno -sí, él mismo- parece que ha dicho a sus socios de Gobierno que habrá que adaptar el pacto de coalición para buscar nuevos acuerdos y, sobre todo, más amplios. Incluso dicen que se ha dirigido a Pablo Casado, aceptando su oferta de acuerdos en temas económicos, sociales y sanitarios. Más aún, quien recibe las filtraciones del Gobierno de forma continuada, asegura que Sánchez, siguiendo la estela de Macron y de Conte, fichó hace semanas a un grupo de cien economistas, sociólogos y científicos para "imaginar" la España post-Covid y elaborar un documento con propuestas. Incluso dicen que no todos son de la cuerda socialista o podemita, que los hay independientes. Todo, buenas noticias. Y, mientras, la Comisión Parlamentaria para la Reconstrucción prosigue sus trabajos y la CEOE ha reunido a los grandes empresarios españoles para que aporten un plan de acciones. Parecemos un país que piensa en el futuro y que busca consensos imprescindibles en los grandes asuntos. No quepo en mí de gozo.
Con algún pequeño matiz. Para aprobar un Presupuesto, Sánchez tiene que elegir entre ERC y Ciudadanos. Estos últimos, muy generosos en el apoyo al Gobierno en el estado de alarma, dicen que no aceptan las propuestas de Podemos, el socio principal de Sánchez. Y ERC, el segundo socio del presidente, dice que o Ciudadanos o ellos. Así que tenemos un problema. El segundo es que, si Sánchez de verdad está dispuesto a ofrecer un pacto al PP, necesita, primero, convencer a Podemos; segundo llamar a Casado, porque parece que no se hablan desde el 4 de mayo; y, tercero, trasladar esta idea al PNV y a los otros socios de conveniencia. Después de eso viene lo fácil: llegar a acuerdos sobre el plan de choque, fiscalidad, inversiones, gasto público, pensiones, etc. y convencer a Europa de que somos un país que no dilapida las ayudas. Por cierto, Sánchez ha prometido que en julio vuelve a la mesa de diálogo con la Generalitat, pero no creo que en el PP pongan reparos. Y ha renovado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia excluyendo al PP. Tampoco será un problema y, si pudiera, haría lo mismo en el Consejo General del Poder Judicial y en el Tribunal Constitucional.
Tampoco sería malo que Sánchez y sus ministros, hablaran con los sectores a los que afectan todas las reformas, antes de tomar decisiones. Decía un escritor americano que "el optimista proclama que vivimos en el mejor de los mundos; el pesimista teme que sea cierto". Alegre, pero no demasiado.
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