“El sótano”, la obra póstuma de Begoña Huertas
Begoña Huertas (Gijón, 1965 – Madrid, 2022), filóloga y ensayista, tuvo un gran recorrido en el mundo literario. Se doctoró en literatura hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Madrid, trabajó como investigadora en la Universidad de Barcelona, como redactora de opinión en prensa y como profesora de escritura. Al mismo tiempo, publicaba sus propios textos, entre los que figuran algunas novelas, un libro de relatos, “A tragos” (Debate, 1996) y varios ensayos, llegando a recibir por uno de ellos el Premio Casa de las Américas en 1993.
Siguiendo la misma línea de su anterior novela, “El Desconcierto” (Rata, 2017), en “El sótano” (Anagrama, 2023), Begoña Huertas presenta el relato, en primera persona, de su experiencia con la enfermedad. La autora falleció de cáncer en noviembre de 2022. Publicada de forma póstuma, se podría decir que esta última narración de la escritora, más que tener una trama argumental como tal, consiste en un profundo y desolador desahogo del duro proceso que está viviendo en sus propias carnes.
“El sótano” es aquel lugar en el que la persona desaparece y solo queda la materia orgánica: un conjunto de órganos y tejidos expuestos, encima de una camilla o una mesa de operaciones, que dejan de reconocerse como el propio cuerpo. Aquel lugar en el que el cuerpo ya no le pertenece a uno porque está enfermo. Así de cruda y descriptiva es la realidad que presenta Begoña Huertas en su último libro.
La historia se sitúa en una clínica de lujo en la que ofrecen la esperanzadora promesa de curar y restaurar cualquier dolencia. Allí se instala la protagonista y narradora, cuya voz no cuesta identificar con la de la propia autora. Como ya se ha comentado previamente, en el sótano es donde se realizan todas las intervenciones médicas. Cuando no está en el sótano, frecuenta una sala de estar en la que se reúne con el resto de los pacientes. En ella almuerzan y mantienen conversaciones banales. La apodan “la sala de espera”, porque los personajes viven precisamente en la espera de que los conduzcan al sótano, en la espera de la recuperación y el abandono de la clínica, o en la de la muerte. Sumidos en esa monotonía, habiéndole puesto una especie de pausa a sus vidas, pasan el rato juntos, los unos con los otros sin que ninguno esté realmente interesado por nadie. Nunca comparten nada acerca de sus vidas personales en el exterior. Hay una máxima que han de respetar: “Las miserias nos las callamos todos por dignidad”.
Con un lenguaje bastante metafórico a la vez que desgarrador, la narradora es capaz de transmitir al lector todo su tedio hacia el mundo. Ese mundo que ya le es ajeno porque pertenece a los sanos. No se trata de un libro optimista, no se maquilla el sufrimiento en absoluto. El protagonista por excelencia es el cansancio vital, el agotamiento de luchar y de tratar de explicar un dolor que solo puede comprenderse desde dentro. “Solo sé que a veces el peor enemigo no es el dolor, sino el cansancio”. Ese hastío que, por otro lado, le arrebata la energía y la motivación necesaria para realizarse en su pasión: la escritura. Se muestra un atisbo de su crisis literaria a través del resultado de la superación de esta.
Además, para Begoña Huertas, esta obra también supone la culminación de su gran proyecto literario: hacer una reinterpretación del poema clásico de Lucrecio “De la naturaleza de las cosas” (“De rerum natura”, siglo I a.C.). Consiste en una épica científica-filosófica en la que el autor latino reflexiona sobre el ciclo de la vida y la muerte. Esto es precisamente lo que se propone Begoña Huertas en “El sótano”: una reflexión introspectiva, no solo acerca del ciclo vital, sino también sobre la identidad individual, la dignidad personal y la relación del yo con el cuerpo. Aborda desde la perspectiva de la enfermedad conceptos filosóficos como la disolución del yo, el autoconocimiento y la relación con el otro.
En definitiva, “El sótano” no es simplemente una novela. Es un diálogo de una mujer consigo misma que, a través de la reflexión, trata de comprenderse a ella misma y al proceso que le ha tocado padecer. Es una invitación a lo más íntimo y hondo de sus entrañas.
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