“Cualquier verano es un final” de Ray Loriga, donde vitalidad y decadencia se unen en forma y significado

“Cualquier verano es un final” de Ray Loriga, donde vitalidad y decadencia se unen en forma y significado

Guionista, director de cine y novelista son los tres oficios que definen a Ray Loriga (Madrid, 1967), autor de “Cualquier verano es un final” (Alfaguara,2023). Con una amplia trayectoria literaria y el Premio Alfaguara de novela 2017 con el título “Rendición”, Ray Loriga se embarca una vez más en los mares de la literatura para hacer frente a la vida, la muerte y el amor. Este relato se construye ante la valentía de afrontar una vida con complicaciones y aceptar lo que esta realidad demuestra.

El autor narra, en más de doscientas páginas, dos historias en paralelo que comparten más que unas líneas narrativas: la de Yorick y la de Luiz. Dos amigos que viajan a través del tiempo; trabajan, hablan y comparten reflexiones acerca del fin de la juventud, los problemas de salud y su existencia en un mundo del que, poco a poco, va desapareciendo. En la unión entre la decadencia y la vitalidad transita la historia de esta obra en la que se visitan ciudades, bares, fiestas y se comparten cervezas. Un relato que también da protagonismo a un editor de libros que ilustra historias de una calidad literaria suprema. Esta es la narración de los dos protagonistas de esta novela, pero podría ser la de muchos más.


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“Me llamo Yorick (bueno, en realidad no, pero en realidad sí) y casi todo lo que vengo a contarles es cierto y espero que se aclare de una vez por todas este triste asunto, al menos en lo que a mí concierne”. Así se presenta el personaje principal de esta obra tras las primeras páginas de una lectura que se teje con delicadeza, pero sin pudor. Loriga da vida a Yorick y Luiz no solo como entes de ficción, también como protagonistas de una vida cualquiera. Son dos historias noveladas que invitan a ver la vida desde sus dos realidades más certeras, la vida y la muerte, y que enseñan a aceptarlas como parte del proceso.

“Cualquier verano es un final” no es solo un título, ni una casualidad; es, a lo sumo, una reflexión que invita a dos personas a disfrutar de un verano que nadie sabe cuándo terminará. Una novela que, con la muerte como núcleo, también enlaza con el amor y la amistad como un tándem perfecto, como ese lugar seguro cuando uno vuelve al hogar.

“El amor es una sola cosa, una sola casa y una sola causa…y negar esta estúpida razón es no estar estúpidamente enamorado”. Así describe el narrador el significado de la palabra “amor” que, sin ser conyugal, es la entraña de la amistad entre Yorick y Luiz. Loriga ha recalcado que “la amistad enamorada existe” y fruto de este amor ha recreado a dos mejores amigos. Yorick sigue a Luiz, repasa sus andaduras en el camino de la vida, o de la muerte, y reflexiona sobre una amistad que Loriga estira, cuida y secunda con ternura. Dos amigos que se reunían en verano, en su casa de la playa, dos personas que siempre encontraban tiempo y lugar para cuidarse. Los dos personajes de esta historia elevan la amistad al punto más alto, al afecto más sincero, para tejer una historia donde el camino hacia el final no es el único protagonista.

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