Dispuestos a conversar con Mariano Sigman en “El poder de las palabras”
Qué fácil es maravillarse por la magia cotidiana en la que no reparamos la mayor parte del tiempo. Piénsenlo: las palabras que yo aquí dejo escritas tienen el poder de que allá donde quiera que ustedes lo lean puedan entender las ideas que quiero expresar. Las palabras, que se las lleva en viento, tienen el poder de “significar” nuestra realidad. La objetividad (inalcanzable) tiene su contrapartida en la subjetividad de la mente de cada uno, nuestra voz y paisaje mental está condicionado por la existencia de palabras que puedan reflejarlo. E aquí una fuerza escondida que estructura nuestra existencia.
Con esta sugestiva premisa arranca “El poder de las palabras” (Debate, 2022) escrita por un reconocido neurocientífico de la comunicación. Mariano Sigman (Buenos Aires, 1972) es doctor en neurociencia por la Rockefeller University de la ciudad de Nueva York y esto le ha servido para escribir este, su último libro de divulgación científica. Se trata de una guía de uso de las palabras, publicada con la intención de concienciar a sus lectores sobre el potencial de la conversación en la mejora de nuestras decisiones, creencias, memoria, ideas y emociones. Sigman, queriendo reunir todo lo útil que se sabe de la neurociencia humana en un relato cercano, riguroso y con chispas de humor, ha publicado esta delicia de obra en la que querrán subrayar y tomar apuntes.
Ciertamente, es una idea hartamente tratada, la de la conversación como herramienta de pensamiento. En ello pensaron ya los filósofos clásicos y sus predecesores, pero un acercamiento metodológico con las herramientas del siglo XXI como el que ha recogido Sigman permite a los dolientes experimentar todas las ventajas en el arte de conversar. Por ejemplo, el planteamiento del autor sobre la reflexividad del lenguaje pone en relieve que se debería revalorizar la precisión con la que escogemos los términos concretos para hablar de nuestras emociones con otros o con nosotros mismo. Él sostiene que si las expresiones que usamos, más allá de describir, sentencian y condicionan la realidad que quieren reflejar, sería propio contar con una amplia gama de palabras para designar nuestras sensaciones. La precisión en la información emocional que manejamos ayudará a evitar los obstáculos de las distorsiones en la regulación emocional. Parece razonable.
El desarrollo de esta idea está extensamente tratado en el libro de Mariano Sigman que, por cierto, puede encontrarse en la sección de autoayuda o ciencias sociales. Por eso, es una lectura interesante a la que dedicarle tiempo, ¿quién no quiere usar los conocimientos disponibles gracias a la investigación científica para mejorar su calidad de vida?
Escribir un comentario