“108 metros” por Alberto Prunetti: retrato de una nueva religión llamada precariedad

Según se recoge en el evangelio de San Mateo (2:1-12), tres magos de oriente obsequiaron a Jesús con oro, incienso y mirra. El primero, más allá de sus características materiales, traía consigo el reconocimiento de su realeza; el incienso, una muestra de cortesía; la mirra, un reconocimiento a su vulnerabilidad como Redentor. Todo ello, en tanto que es pasaje y relato, veraz o no, fidedigno o no, muestra cómo la narrativa recoge gran parte de la esencia de los tiempos que nos preceden. Antes, no hace falta remontarnos demasiados siglos atrás, la religión prescribía y ordenaba, articulaba la moral, se erigía como catalizador de los órdenes sociales y las formas de vida. Ahora, esa prescripción, ese diseño del “modus vivendi”, dimana de otros espacios que engalanados de ropajes libertinos no dudan en ofrecer una nueva fe. Esa es una de las mayores enseñanzas de Alberto Prunetti (1973, Italia): la economía, el capital, ¡quienes ordenan el capital!, dibujan ahora los contornos, administran nuestras vidas, nuestros sueños.
Es esa máxima, “la Economía diseña y ordena la moral”, aquella que sirve de estímulo intelectual para la novela “108 metros, the new working class hero” (2021, Hoja de Lata). Entregar la vida, las manos; emigrar, emprender la marcha hacia la precariedad; descubrir acentos, idiomas, olores: todo ello, simultáneamente, a la par, ¡y con humor!, compone este libro. Porque intelecto y precariedad nunca fueron tan de la mano. Véase el caso de nuestro autor, primerizo en su familia a la hora de ir a la universidad y traductor de profesión. Véase el caso de millones de jóvenes emigrantes, también como nuestro autor, que encontraron en Inglaterra refugio en pubs, restaurantes o establecimientos comerciales. Mas no como ocio, sino como desorden laboral y fuente inestable de Empleo. En “108 metros”, relato perfectamente secuenciado, la clase obrera, esa a la que en un gran número de ocasiones le brindaron discursivamente su final, se presenta como sujeto prioritario. Se plantea la realidad tal cual es, sin edulcorantes ni especias ni condimentos: una pizzería inglesa; conversaciones regentadas por los propios empleados; fútbol, cerveza y, ¡cómo no!, pérdida de derechos laborales. No obstante, nunca hay desgana ni desdén hacia la realidad que se aprecia. La sensación que permanece a lo largo de toda la obra es la de que la literatura hecha por obreros, que habla de obreros, que entiende a los obreros, se parece mucho más a la vida. Prunetti, en contraposición con su primer libro, Amianto (2018), una obra que reconstruye con delicadeza y valentía el historial laboral de su padre, siderúrgico y víctima del amianto que muchos empresarios incluyeron en sus fábricas, abraza el humor como elemento transformador de su propia estructura narrativa. Aunque es frecuente reconocer la sensibilidad del autor, comprender cómo la palabra trabaja al servicio de la voz más íntima, esta vez, tal vez por ser él mismo el protagonista de la historia, la materia de la novela se entrelaza con ciertas dosis de sarcasmo e ironía.
Reconozco en la obra del autor demasiadas cosas: orgullo, memoria, honestidad; libros que fueron devorados hace años y ahora aportan a su escritura hondura, poso, precisión; pasión por la cultura popular, amor absolutamente inexplicable hacia el género humano. Esta trilogía narrativa sobre la clase trabajadora -primero, “Amianto”; después, “108 metros”; finalmente, “El círculo de los blasfemos” (2022)- tiene todo lo necesario para convertirse en un paisaje cultural que trascienda a su propio sentido literario. Tratar el trabajo como eje vertebrador de una obra artística, ahondar en la desindustrialización, no es tarea sencilla. Evidenciar de una forma tan talentosa que la profesión debe ser instrumento, y nunca fin en sí mismo, que financia el acceso a las realidades más hermosas de nuestro mundo, está al alcance de pocos. Ignoro cuando se abandonó esa creencia: ¿acaso los pobres alguna vez dejaron de serlo; acaso la precariedad abandonó a la clase trabajadora; acaso aquellos que el dinero monopolizan y trabajo ordenan vieron peligrar sus privilegios? Insisto, lo desconozco. Lo que sí tengo claro es que renunciar a la entrega del oro, la mirra y el incienso, evitar engullir esta nueva fe, combatir este nuevo orden, serán tareas más sencillas si la pluma de Prunetti avanza, señala y triunfa.
¿QUIERES...
... enviar un whatsapp a nuestra redacción?
... suscribirte a nuestro boletín?
... escribir una carta al Director?
... responder a una encuesta rápida sobre Madrid Actual?
... darnos una exclusiva para publicar?
... seguir las noticias en Telegram?
... anunciarte en alguno de los periódicos del Grupo Madrid Actual?