El Thyssen sitúa el realismo español en su lugar en la historia del arte moderno

Exposiciones como las de Richard Estes y el hiperrealismo, Hopper, Antonio López o Arikha muestran el interés por la figuración del Museo Thyssen-Bornemisza, que con la muestra "Realistas de Madrid" quiere "reconocer el lugar histórico que merece el realismo español como parte de la historia del arte moderno".
Así lo ha señalado el director artístico del museo, Guillermo Solana, comisario junto con María López de la muestra en la que, a partir del 9 de febrero, se podrán contemplar obras de Antonio López, María Moreno, Julio y Francisco López Hernández, Esperanza Parada, Isabel Quintanilla, y Amalia Avia.
"Los museos de arte contemporáneo, en general, tienen poco interés por esta corriente, y yo estoy encantado de poder organizar esta exposición", ha dicho Solana.
Estudiantes de Bellas Artes en los años cincuenta compartían los cafés, los estudios, las academias, les interesaban las mismas cosas y luego varios de ellos acabarían casándose.
Al haber organizado en 2011 una retrospectiva sobre Antonio López, "hemos pensado mucho las obras que queríamos traer, la mayoría de las cuales no estuvieron en dicha exposición. Alguna se repite, pero siempre es para dar contexto a otra inédita".
Así ocurre, por ejemplo, con "Taza de váter y ventana", que se exhibirá junto con "Lavabo y espejo", una pintura icónica que pertenece al Museo de Arte de Boston y que no estuvo en la exposición de 2011.
Importante es también el préstamo de "El cuarto de baño", obra de 1966 "absolutamente inédita, que nunca se ha expuesto en España. Es la primera de las pinturas que hizo con esta temática y fue comprada por un artista que se la llevó a Nueva York".
También se exhibirán dos vistas de la Gran Vía, una de ellas finalizada el pasado año y vendida a la colección Pérez Simón, y otra de la colección de Antonio López. "También hemos incluido dos vistas de Madrid muy tempranas que no se habían mostrado e inédita es también "Ventana de noche", recientemente finalizada".
Del resto de artistas se han seleccionado entre 15 y 20 piezas de cada uno de ellos, "con la idea de entretejer mucho su obra y mostrar las afinidades y diferencias".
Unas diferencias que para María López son evidentes, "ya que cada uno indaga en la realidad de forma muy distinta y a partir de emociones e intereses muy personales. Sí les une su deseo de hablar del hombre".
Nunca han sido un grupo artístico "ni han querido serlo". Sí lo han sido de amigos "y forman parte de otro más amplio en el que están presentes diferentes tendencias. Se trata de una generación en la que hubo gente buenísima, de gran vitalidad artística, que vivieron unos años de gran efervescencia".
A la hija de Antonio López, no le gusta utilizar las palabras rescatar o recuperar, "ya que todos ellos son muy conocidos", aunque sí cree que es importante "el reconocimiento desde una plataforma museística a toda una vida dedicada a la pintura o la escultura".
Antonio López es el más reconocido, pero todos ellos "han desarrollado una importante carrera, con sus momentos de éxito, han vendido internacionalmente y están presentes en museos", ha recordado Guillermo Solana.
Para el comisario es interesante mostrar que "el realismo es una corriente esencial de la historia del siglo XX. Fue una corriente moderna en los años 50, como lo era el neorrealismo en el cine o en la literatura. Una novela de la que hablan continuamente es 'El Jarama', de Rafael Sánchez Ferlosio, que fue para todos ellos como un faro".
Solana ha lamentado que en ciertos ámbitos se les haya convertido en estandartes contra la modernidad "y no lo eran. Ellos buscaban otra vía para el arte moderno". Les interesaba el estilo objetivo, aparentemente neutro, de presentar la vida "sin retórica ni pomposidad ni ornamentos. Adoptan en sus obras una especie de sobriedad, de seca parquedad".
Elementos como el vaso de Duralex, el bote de Ajax, la colonia añeja, el Danone o la maquina de coser Singer "les aproxima al pop, aunque este tiene una manera más frívola de abordad la realidad. En ambos movimientos existe una inmediatez sobre los objetos que los rodean".
El recorrido de la muestra es sencillo, "va desde dentro hacia afuera, y en él conviven pintura y escultura". Desde las naturalezas muertas y el interior doméstico más íntimo y cercano, se pasa a las ventanas, que en ocasiones dejan vislumbrar los patios y jardines de las colonias en las que todos ellos viven y a los que se dedica otra parte de la exposición.
Después de una sala en la que se exhibirán las esculturas de gran formato de Julio López, la ciudad se convierte en protagonista con "diálogos urbanos de muy diferente tipo y con especial atención a vistas de Madrid".