Por todos: dos cruces enel IRPF

 Por todos: dos cruces enel IRPF

Estamos en plena declaración de la renta, la contribución de todos a mantener el Estado del Bienestar, la justicia social, el reparto justo -al menos así debería ser- de nuestros impuestos para costear los servicios públicos, atender las desigualdades sociales, hacer posibles inversiones que creen empleo y empujen el desarrollo.

Cómo se reparten esos dineros lo deciden el Gobierno y el Parlamento, por mandato constitucional, aunque llevamos ya años en los que el Gobierno incumple su obligación y el Parlamento no puede decidir, lo que es una anomalía democrática grave. Aun así, el IRPF, nuestra declaración anual, ofrece desde hace dos décadas la única posibilidad que se nos da a los ciudadanos de decidir dónde queremos que vaya una pequeña parte de nuestros impuestos, el 0,7. Cada año, en esa declaración podemos decidir si queremos que esa pequeña cantidad vaya a la Iglesia Católica -hasta 2006 había una financiación parcial del Estado-, a las organizaciones con fines de interés social, las ONG, o a ambas. No es un dinero que "regala" el Estado o el Gobierno, lo deciden los contribuyentes libremente. El año pasado, casi 9 millones de ciudadanos decidieron que su 0,7 fuera a la Iglesia, 208.000 más que un año antes. Y ese 0,7 significó 382 millones, una pequeña parte de los 1.400 millones que invierte o gasta la Iglesia cada año y que sale de las aportaciones de sus fieles, de los ingresos de patrimonio y de otras actividades. También paga impuestos: 290 millones el último año. Y su impacto total sobre el PIB es de 2.375 millones.

Ese dinero, los 328 millones que salen de la decisión de los contribuyentes católicos y de muchos no católicos pero que reconocen la obra social de la Iglesia, y el resto sirven para pagar los salarios, casi todos ellos mínimos, de los 15.285 sacerdotes que atienden a millones de ciudadanos en 22.921 parroquias -cada una de ellas un centro de Cáritas, la gran casa de acogida de los vulnerables- y que se suman a los más de 40.000 religiosos y religiosas y monjes y monjas de clausura. Pero sobre todo ese dinero sirve para mantener 987 hospitales, ambulatorios, casas para ancianos, enfermos crónicos, mujeres que sufren violencia machista o que quieren abandonar la prostitución y personas con discapacidad. Y de 7.901 centros para mitigar la pobreza, para asistir a migrantes, para promover el trabajo, buscar vivienda digna a los que no la tienen, para la tutela de menores y jóvenes. Y también para garantizar la libertad de enseñanza, la libre elección de centro escolar y cubrir lo que el Estado no cubre en la escuela concertada: 2.536 centros con más de millón y medio de alumnos y 135.000 trabajadores, que ahorran al Estado 4.604 millones de euros al año. Las cuentas de la Iglesia son transparentes y se presentan cada año, auditadas externamente. Esa Iglesia que son también 9.932 misioneros -como el recién elegido Papa- de ellos 537 familias, en todos los lugares del mundo desde Ucrania a la República Centroafricana. Desde Mali o Camerún al Congo, Guatemala, o México. Desde Djamena en el Chad a Kinsasa o a las Villas Miseria de Buenos Aires. En todos los continentes, en las zonas más pobres, más asoladas por la guerra o la violencia hay misioneros españoles que no abandonan nunca el lugar ni a las personas cuando todos se van. La Iglesia es Cáritas y Manos Unidas. La Iglesia es acogida y entrega, puertas abiertas a todos los que llaman pidiendo ayuda o amparo.

Por eso les invito a marcar la casilla de la Iglesia en el IRPF. Y también la de otros fines sociales. En nuestro país, a pesar de todo, sigue creciendo la desigualdad y hay más de ocho millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza. El dinero que del IRPF se destina a la Iglesia y a las ONG llegará a muchos de ellos, a muchos a los que no les llegan las ayudas públicas. A tantos que no tienen trabajo ni una vivienda digna, que tienen hambre y frío, que están solos o enfermos, que tienen que prostituirse para dar de comer a sus hijos, que sufren violencia. Hombres y mujeres, pero también, pero sobre todo niños. Por tantos, marquen las dos casillas. Por y ellos y por todos. También por nosotros. En conciencia.

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