¿De quién es la sociedad civil? ¿De Sánchez? ¿De Feijóo?

(OTR /PRESS)
Fin de semana de manifestaciones contrapuestas en muchas calles españolas, con Madrid como faro de todas las tormentas.
Manifestaciones convocadas, decían ambas, por 'la sociedad civil' a través de variadas organizaciones. Lo que ocurre es que la 'sociedad civil' del sábado tenía un sesgo a la derecha, muy diferente a la que salió a la calle el domingo, con un olor progubernamental. Me resulta imposible concebir un país con dos sociedades civiles que no pueden tolerarse la una a la otra. Claro que un país que, como el nuestro, se puede definir como 'las dos Españas', un Estado lleno de contradicciones surrealistas, en el que, semana tras semana, la oposición pregunta al Ejecutivo en el Parlamento si el Gobierno sirve para algo, es un país que puede resistirlo casi todo, hasta la cuadratura del círculo.
Exigir a Pedro Sánchez que convoque ya elecciones era el grito de protesta de la sedicente sociedad civil el sábado; el europeísmo era la reivindicación del domingo. Europa está sufriendo una profunda transformación y aquí nadie parece darse cuenta hasta que vemos una fotografía en Kiev en la que, junto a Zelenski, encontramos a Merz, Macron, Starmer y el polaco Tusk exigiendo a Putin que negocie de una vez y de manera efectiva la paz en Ucrania. Ni mención al emperador norteamericano. Y el caso es que Moscú ha citado a Kiev el próximo jueves en Estambul para mantener "conversaciones directas".
Ni rastro en esa foto de Pedro Sánchez, sin duda inspirador indirecto de la marcha de la 'sociedad civil' del domingo, ni de Meloni, que sin duda vio con buenos ojos la mega manifestación en Italia de hace pocos días, también de carácter europeísta, signifique eso lo que signifique para los unos y los otros. Tampoco andaban por allí los nórdicos, ni Ursula von der Leyen, ni la responsable de política exterior europea, Kaja Kallas, la mujer que sustituyó en el cargo a Josep Borreell. Quien, por cierto, en una interesante entrevista dominical en La Vanguardia, decía, sin pelos en la lengua, que, "con Gaza, Europa se ha desacreditado completamente frente al resto del mundo".
Y tiene razón Borrell, una de las voces más autorizadas de la UE, cuando habla del olvido de Gaza, que es, por cierto, una de las reivindicaciones fundamentales de la parte de la 'sociedad civil' que salió a la calle este domingo en España. Tengo para mí que la llegada de Prevost al papado ha incrementado el volumen de las voces que exigen paz, en las calles y en los despachos de los máximos responsables: ahí tenemos al inquilino del Despacho Oval -"el balance de sus cien días de mandato es mucho peor de lo que era de esperar", dice Borrell-sacando pecho por haber obtenido, dice, el cese de hostilidades entre India y Pakistán. Paz es la palabra de moda, creo, espero, al menos esta semana.
Así que la paz es palabra de moda*excepto, claro, en la bronca nacional de españoles contra españoles, sociedad civil de un signo frente a sociedad civil del otro. Y a Gaza y a Ucrania, no digamos ya India o Pakistán, que les den. Bastante tenemos los españoles con hacer honor a la maldición de Bismarck, que decía que somos el pueblo más fuerte del mundo porque llevamos siglos intentando matarnos los unos a los otros sin haberlo conseguido todavía. Aquí, apelamos a la sociedad civil como si una sociedad civil tuviese que actuar a los dictados de Sánchez. O la otra a los de Feijóo, o a los de Abascal, o*Quizá por eso, porque somos un país ombliguista hasta cuando reclamamos más europeísmo, Pedro Sánchez no estaba, y me temo que no estará, en la foto de quienes hoy lideran Europa.