El unicornio asiático revive en el laboratorio

El unicornio asiático revive en el laboratorio

Investigadores de varias universidades, entre ellas la de Copenhague y la Universidad Nacional de Vietnam, han logrado cartografiar por primera vez el genoma completo del saola (Pseudoryx nghetinhensis), una de las especies más enigmáticas y amenazadas del planeta. Conocido como el “unicornio asiático” por sus características astas paralelas y su extrema rareza, el saola no ha sido visto en estado salvaje desde 2013, y podría estar extinto.

El estudio, publicado en la revista Cell, ha analizado restos recolectados en aldeas de cazadores para reconstruir el material genético de 26 ejemplares. Los resultados han revelado que existen dos poblaciones genéticamente diferenciadas, cuya separación data de entre 5.000 y 20.000 años atrás. Esta diversidad complementaria podría permitir, según los investigadores, una estrategia viable de cría en cautividad si se lograra reunir ejemplares vivos de ambas líneas.

Las simulaciones científicas apuntan que reunir una docena de saolas sería suficiente para crear una población estable a largo plazo. Pero para ello es imprescindible localizarlos. Las montañas Annamitas, entre Vietnam y Laos, donde habita la especie, son extremadamente inaccesibles, lo que ha dificultado los esfuerzos de rastreo durante las últimas décadas.

El conocimiento completo del genoma ofrece ahora nuevas oportunidades. Tecnologías de detección mediante ADN ambiental o el análisis genético de sanguijuelas podrían aprovechar esta información para buscar fragmentos específicos del saola en su hábitat. Estas técnicas, antes limitadas por la escasa referencia genética de la especie, podrían dar resultados más precisos y, con suerte, positivos.

Aunque los científicos reconocen que la probabilidad de hallar saolas vivos se reduce con cada año que pasa, los datos recabados no carecen de valor. En un futuro, podrían servir como base para un programa de desextinción, si las tecnologías lo permiten y la comunidad científica lo avala. Sería un reto colosal, pero no sin precedentes, como ha señalado el investigador Rasmus Heller.

Desde su descubrimiento en 1992, el saola se ha convertido en símbolo de las especies desconocidas en peligro crítico. Hoy, el reto no solo es encontrarlo, sino garantizar que, de estar vivo, no sea ya demasiado tarde para salvarlo. En palabras de Nguyen Quoc Dung, coautor vietnamita del estudio, “aún hay indicios que nos permiten mantener la esperanza”.

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