Daniel Pinteño, violinista y fundador de Concerto 1700: “La música no entiende de fronteras: viaja, toca diferentes culturas y se enriquece”

Daniel Pinteño, violinista y fundador de Concerto 1700: “La música no entiende de fronteras: viaja, toca diferentes culturas y se enriquece”

El violinista Daniel Pinteño (1985), junto con su formación Concerto 1700, ha creado un apasionante viaje musical con el lanzamiento de su nuevo álbum, “Back to Follia!”, bastante diferente de los discos que ha lanzado hasta ahora. Se aleja esta “folie” –locura, en el mejor sentido de la palabra– de sus grabaciones de Scarlatti, Brunetti o Castel, entre otros. 

En esta aventura, los músicos se sumergen en los vibrantes sonidos de los grandes éxitos populares del barroco español: chaconas, zarambeques, fandangos y folías, que una vez resonaron en las calles, salones y tabernas de España. En las últimas décadas no sólo ha resurgido la música barroca “culta” –Händel, Vivaldi, Purcell, etc.– sino también está en pleno auge esa música popular sin la cual no comprenderíamos nuestras raíces ni el mestizaje de culturas.


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Guiados por la libertad creativa e interpretativa inherente a esta música popular de los siglos XVII y XVIII, Daniel Pinteño y su conjunto han recreado un repertorio que desafía las normas y límites de la música antigua. Esta producción musical está ausente de partituras puritanas, permitiéndonos experimentar la vitalidad y el espíritu innovador de una época pasada a través de una lente contemporánea. Las fronteras se difuminan mientras uno escucha “Back to Follia!”.

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La crítica ha estimado a Concerto 1700 y a su fundador y director, Daniel Pinteño, como una de las formaciones más prometedoras en el ámbito de la recuperación del repertorio musical hispano del siglo XVIII. Su labor en este aspecto ha sido especialmente reconocida, consolidando su posición como uno de los grupos más influyentes y solicitados en el panorama musical español.

MADRID ACTUAL ha tenido la oportunidad de conversar con Daniel Pinteño sobre su amor por la música barroca y sobre este nuevo álbum –sale hoy a la venta y en plataformas– que se separa de todos los grabados hasta ahora y ha supuesto una auténtica liberación en la interpretación. 

P:-¿Cómo empezó tu interés por la música barroca?

R:-Hay dos fases en este proceso. La primera fue cuando, después de terminar mis estudios superiores, me fui a Alemania. Al regresar, encontré a un amigo que había interpretado música antigua. Y me propuso hacer un cuarteto de cuerda tocando con cuerdas de tripa. O sea, ahí ya hubo un acercamiento a la interpretación histórica del siglo XVIII. Sin embargo, realmente, fui consciente de que todo había empezado mucho antes. Una de las veces, cuando estuve en casa de mis padres en Murcia, de pronto me di cuenta de que mi discografía es toda del barroco. Era un niño raro [ríe]. Llevo escuchando música clásica desde muy pequeño. Tengo un tío violinista. Desde bien pequeñito, mi hobby era irme a El Corte Inglés y comprarme discos. Es más, me encantaba irme a la biblioteca. No sacaba libros, sacaba discos de música clásica. Los llevaba a casa, los escuchaba, los devolvía. Y entonces, resulta que mi discografía de cuando tenía 13 o 14 años, es todo Vivaldi y Bach. A lo mejor mi camino empezó ya ahí. Pese a que el hecho real, el fáctico, como ya he mencionado, es que cuando terminé la carrera y volví a Alemania, me junté con unos amigos y empezamos a tocar con tripa. 

P:-¿Cómo decidiste crear Concerto 1700? ¿Qué fue lo que te impulsó? 

R:-Fue un proceso bastante orgánico. Estaba a punto de terminar la carrera aquí en Madrid de violín barroco con Hiro Kurosaki. Era mi último año. Estábamos pensando qué íbamos a hacer. Yo ya tocaba con muchísimos grupos por toda España. Y decidí, de alguna manera, crear mi propia vía para hacer un poco lo que a mí me apetece. Pero originalmente no surgió con esa necesidad que tenemos ahora de recuperar patrimonio musical. Surgió porque me apetecía tocar la música que a mí me gustaba. Estudié musicología, después hice un máster. Entonces poco a poco me fue interesando más el mundo de la recuperación del patrimonio musical hispano. Fue alrededor del 2015 cuando decidimos fundar el conjunto. 

P:-¿Y vuestro sello discográfico?

R:-Esto fue ya en el año 2018. Me lancé a crear el sello discográfico tras sondear un poco cómo estaba el mercado. Vamos a partir de la base de que nadie graba un disco de música clásica para hacerse rico [ríe]. Quería, de alguna manera, que esa labor que hacemos de recuperación trascendiera las fronteras. Es decir, que no se quedara en el mero hecho del concierto, que es algo efímero. Necesitamos que esa obra la pueda escuchar un señor de Francia, Alemania o Italia, por ejemplo. El sello discográfico fue un intento, dentro de mis posibilidades, de expandir esta idea que tengo de internacionalizar nuestro repertorio, de homologarlo y de acercarlo al canon europeo para que también se conozca y lo valoren. 

P:-De los 7 discos que tenéis ya, es la primera vez que os embarcáis en la música popular de los siglos XVII y XVIII. ¿Por qué? ¿De dónde surge ese interés?

R:-Este proyecto en el fondo nace en 2019, en la prepandemia. Queríamos tener un proyecto que nos permitiera soltarnos un poco, algo alejado del rigor académico. Contactamos con Ana Lombardía, que es la autora de las notas del disco, y le conté mi idea. Ella me dijo que eso encajaba perfectamente con un manuscrito que había en la Biblioteca Nacional, donde sólo aparecen los primeros compases de las mayores danzas del siglo XVII. Entonces suponemos que evidentemente no van a tocar sólo los siete u ocho. Lo que querían es que sobre esa base se desarrollara lo demás. Así surgió esa idea de salirnos de los ambientes académicos, de las Cortes y ser un poco más diletantes. Sin ese tejido de músicos aficionados no podría haber músicos académicos.

P:-¿Cómo ha sido la investigación de esas obras? No están escritas en pentagramas… ¿Ha sido un proceso complejo?

R:-No es propiamente una investigación. Es lo que dice el título, “Back to Follia!”. Follia tiene mucho que ver con esa “à la folie” francesa, es decir, a la locura total. La idea desde un principio fue “que pase lo que tenga que pasar”. Y por eso de pronto saltamos de una canción, una chacona, a otra. La idea es que sea como una locura, un viaje para cada oyente. Es para que uno se imagine cuatro músicos que estaban en una cafetería, tras un día largo de trabajo, disfrutando. No hay tanta investigación como, por ejemplo, otros discos en lo que sí hay un proceso musicológico totalmente ortodoxo.

Aquí, por supuesto, también hay una base musicológica que yo sí quería que tuviera cierto pozo, cierta conexión a la tierra, porque son danzas muy relacionadas con España. No todas son españolas, pero tienen mucha relación con la península ibérica. Se dice que la folía es portuguesa pero también española. Entonces quería que hubiera una base y a partir de ahí una libertad total, que todo fluya. Y así ha sido. Quizás si hacemos “Back to Follia 2” surgiría de otra manera.

P:-Esta semana en su concierto, en el Auditorio Nacional, la Accademia del Piacere, con su director y fundador Fahmi Alqhai, también centró su programa en fandangos, milongas, chaconas, entre otros. ¿Crees que la música popular de los siglos XVII y XVIII se desconoce todavía y está teniendo su resurgir en los últimos años? 

R:-Sí. Hemos trabajado mucho la música académica pero quizá nos faltaba un poco desmelenar la música popular porque al final se tocaban, por ejemplo, las jácaras de Gaspar Sanz porque están en libros. Pero se tocan de una manera todavía culta, es en el sentido de seguir a rajatabla lo que Gaspar Sanz dictó ahí. Cuando en el fondo para mí es simplemente un esqueleto, una guía de cómo debe ser y a partir de ahí el músico puede improvisar porque es un ritmo que se va repitiendo todo el tiempo.

Desde mi punto de vista, este tipo de proyectos también intentan ensanchar la base porque no todo es el “Nisi Dominus” de Vivaldi. Estoy seguro que si alguien más joven viene a nuestro concierto, y no digo que sea la música que escuche todos los días, pero sí que quizás le puede ayudar a acercarse más a la música barroca. A lo mejor escuchar un “Sigfrido” o un “Tannhäuser” es maravilloso, pero probablemente les cuesta un poco más. Entonces quizá un primer comienzo, entrar al barroco desde abajo, en el sentido de lo popular, y después ir subiendo, puede ayudar. ¿Por qué a todo el mundo le gusta la chacona? Porque ya sabes lo que va a pasar. Tienes cuatro compases que se van repitiendo, cuatro armonías, y dices “ah, claro, esto me suena”. Requiere menos “densidad musical”. 

P:-Mucha de esa música lleva en sus orígenes a la América colonial hispana, donde confluyeron influencias españolas, africanas y mestizas. Esa mezcla de culturas hace que sean unas obras muy ricas, ¿no? 

R:-Tenemos que tener en cuenta la España del siglo XVII. La famosa expresión de “El imperio donde nunca se pone el sol”. Eso es verdad. Las músicas eran viajeras. La música, en general, no entiende de fronteras. Entonces, los zarambeques, por ejemplo, que aparecen en el disco, tienen que ver mucho, no solo con América Latina, sino también con África porque tiene que ver con la esclavitud. La folía, la zarabanda, todas tienen unos caminos tremendos. Es música que viaja y toca diferentes culturas y que también la enriquece por eso. 

P:-En el disco destaca mucha improvisación y exploración de nuevos sonidos. Es decir, poco tiene que ver con esa música rígida antigua que hemos escuchado muchas veces. ¿Ha sido un reto u os habéis sentido muy libres a la hora de interpretar estas composiciones?

R:-Para empezar, ha sido un reto porque es el primer disco en el que nosotros como instrumentistas no estamos supeditados a dos factores. Por un lado, a una partitura, véase cuando tocamos Castel o Brunetti. En estos casos, la base es la partitura y lo que se escucha es lo que hay escrito en la partitura. A lo mejor hacemos una pequeña variación, pero nosotros no aportamos mucho. Y, por otro lado, a diferencia de nuestros otros discos, en este no hay cantante. Cuando hay un cantante, él es el que nos guía, nosotros estamos un poco supeditados. En este disco no hay nada de eso. Entonces ha sido mucho más fácil salirnos de los márgenes.

Era casi hasta una gran necesidad. De pronto metíamos unas castañuelas, “contamos ocho compases y suenan castañuelas”. Muchas veces teníamos varias tomas de grabación, varias interpretaciones y tuvimos que decidir cuál poníamos finalmente en el disco. Siempre pongo en las notas del disco un pequeño “aviso a navegantes” para que todo el mundo sepa que esto es nuestra versión, fuera de la ortodoxia. Como digo, no pretendemos renunciar a nada de lo que somos a día de hoy. Es decir, soy un músico nacido en el año 85, del siglo XX y vivo en el XXI. Tengo un bagaje cultural, un bagaje armónico en la cabeza; todos lo tenemos. Lo que no puedo hacer en este tipo de repertorios es abstraerme del todo. Siempre hay influencias. Hay veces que suenan cosas que si lo escuchara un señor del siglo XVII se sorprendería. A lo que me refiero es que hay muchas interpretaciones diferentes.

P:-¿Por qué esa estética tan punki y ese nombre tan transgresor del disco, cuando se trata de música antigua? ¿Qué mensaje queréis transmitir? 

R:-Si uno sigue nuestra trayectoria, sabe que cuidamos mucho la estética. Soy un diseñador gráfico frustrado [ríe]. Desde siempre me ha gustado el diseño y me gustan estas portadas que tienen un concepto claro y son minimalistas. Todas han seguido esa línea hasta ahora. Pero con este quería mostrar una disrupción en ese sentido. A mí me gustaría que el siguiente volviera otra vez a la línea más minimalista. Pero quería que este fuera rompedor y que reflejara un poco un cierto halo de modernidad. A la vez que la portada tuviera elementos de lo que se va a encontrar alguien cuando lo escuche. En la caratula en el fondo hay pedacitos de fotos nuestras, pero de pronto también hay un cuadro antiguo o una cosa moderna. Los títulos los hemos escrito nosotros a mano, es nuestra letra. Es un collage que nuestro diseñador ha creado a mano. 

P:-¿Cuáles son vuestros siguientes proyectos y conciertos? 

R:-Discográficos, no los voy a contar jamás. Eso es secreto [ríe]. Pero conciertos tenemos un montón. Marzo y abril serán intensos. La semana que viene, el 7 de marzo, presentamos el disco en Málaga. Y el día 9, en la Fundación BBVA en Madrid. Después, el día 20 tocamos en la Fundación Juan March dentro de un proyecto muy interesante que relaciona música con proyecto pictórico. Hacemos una relación entre Goya y Castel porque este músico trabajó mucho con tonadilleras y Goya pintó bastantes, por ejemplo, a La Tirana. Ya entrando en abril, tenemos un concierto muy especial en el Palacio Real con los Stradivarius de las Colecciones Reales. Y el 21 de abril tenemos la ópera “Las amazonas de España” en el Auditorio Nacional, dentro del ciclo Universo Barroco. Es la primera vez que la tocamos entera. 

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