Desde el Gregorio Marañón: “Si no se empiezan a hacer test a los profesionales esto va a ser una catástrofe”

No hubo previsión. Las autoridades estaban avisadas pero nadie tomó decisiones. El Gregorio Marañón salva la vida de infectados sacrificando personal médico. Una guerra sanitaria.
“Estamos cayendo como ratas”. Lo dice un profesional sanitario del Hospital Gregorio Marañón. Uno de los referentes madrileños que en pocos días ha tenido que aislar la quinta planta para dar asistencia a los infectados por Covid-19 en el resto del edificio. Lo nunca visto en sus más de 50 años de servicio.
“El resto de patologías no han dado tregua. Desde hace dos semanas se suspendieron las intervenciones quirúrgicas extremadamente urgentes para liberar camas de Cuidados Intensivos y de hospitalización quirúrgica. El ritmo al que se ha llenado ha sido infinitamente más rápido del que creían que se iba a llenar. Ni con el 11M había esta velocidad”.
Enfermeros de baja
Todo eso lo cuenta en una conversación telefónica interrumpida por una tos que despierta las dudas del que pregunta y del que contesta. “Estoy pendiente de la prueba del coronavirus y no me dejan trabajar”. Empezó con síntomas el miércoles 18 de marzo, lo comunicó al departamento de Salud Laboral y le impidieron seguir trabajando. Explica que “si doy positivo todas las personas que estuvieron conmigo deberían hacerse la prueba porque somos un vector de propagación brutal. Por eso tenemos una tasa tan alta de contagios sanitarios”.
“No entiendo que a un político se le haga cuatro veces el test por una tos y yo llevo una semana esperando para saber si puedo seguir trabajando porque entiendo que soy necesario. Si no estoy contaminado, aunque no me encuentre bien, quiero ir a trabajar”, se queja. Moncloa sigue despertando todo tipo de rumores sobre los contagios del Presidente y su entorno profesional y familiar.
Infectados que salvan a infectados
Desde fuera, confinados en casa, no somos conscientes de lo que supone el contagio del personal sanitario en una pandemia como esta. Pero hay algo más. Algo más peligroso. Difícilmente criticable y que ya esta pasando. “Si no se comunica que puedes estar infectado, puedes seguir trabajando”. Y no se comunica porque no tienes síntomas, porque los puedes soportar o porque llega un momento en el que si un infectado salva la vida de otro infectado, el drama bélico parece más llevadero.
Es cierto que se han contratado profesionales. Médicos y enfermeros de último año de carrera o recién licenciados, de MIR, jubilados, voluntarios con conocimientos, pero no hay tanta gente de ese perfil. Y cuando llegan al puesto de trabajo se dan cita la falta de experiencia y el miedo. “Por cada cuatro profesionales con experiencia hay diez sin experiencia, nuevos y, además, enferman a una velocidad de vértigo”.
Improvisación
Al ministro Pedro Duque se les escapó, en la única intervención que ha tenido durante esta crisis, que el Gobierno llevaba desde enero trabajando en proteger a España de la pandemia. Dentro de los hospitales, en los pasillos, al lado de las camillas con enfermos graves o a las puertas de la morgue improvisada que ha montado el Ejército en el Marañón, la realidad que cuentan es otra.
“Se dijo que el Hospital Carlos III sería el centro de referencia. Ha estado vacío y han mantenido pacientes en el resto de centros. Estoy convencido de que eso ha propagado la enfermedad como la peste. Si había un centro de referencia tenían que haber derivado a todos lo pacientes allí”. Palabras que nos recuerdan a aquella crisis de ébola de hace unos años. Los contagiados que llegaban a España ingresaban en aquel hospital. Mismo protocolo para una situación exponencialmente peor. Aunque el mecanismo para enfrentarse al virus cambia, “el primer protocolo es del 28 de febrero. Lo han cambiado a diario y hay veces que hay uno a las 9 y otro a las 12 de la mañana. El nivel de improvisación es alto”.
Advertidos desde enero
¿Estábamos avisados? Parece que sí. A las declaraciones del ministro se unen las peticiones de los profesionales sanitarios. Que las hubo. Y no solo lo de suspender las manifestaciones del 8M. “Que no digan que trabajan desde enero. Les ha pillado en bragas. Nadie ha puesto infraestructura ni acopio de material. En enero, cuando se veía lo de China y veíamos como funcionaba el virus, empezamos a pedir equipamiento”.
“Test, test, test”. Es la recomendación de la OMS para contener la pandemia. España tiene las competencias de la Sanidad transferidas a las Comunidades Autónomas. Una decisión que ahora ha provocado un desajuste histórico. Mientras Madrid no tiene suficientes test porque no los pidieron con tiempo, Galicia ya hace las pruebas sin que el paciente se baje del coche. España a dos velocidades.
Test artesanales
Los test del Gregorio Marañón no fueron mejores, “las primeras pruebas se tuvieron que repetir dos veces porque no había demasiada fiabilidad y provocaba falsos positivos. Luego pasamos a un procedimiento con dos tipos de reactivos de proteínas que, en la misma prueba, hacia dos test. Ahora nos deberían llegar los modelos rápidos que detectan anticuerpos específicos de coronavirus. Tarda unos 10 minutos”. Tal era el caos que los primeros test tenían un proceso casi artesanal, “el resultado tardaba cuatro horas, las maquinas del Marañón admiten 60 muestras cada cuatro horas. El proceso diario era de unas 3.000 muestras y había que procesarlas de 60 en 60”.
Los enfermos sobreviven hacinados en manos de profesionales que pierden unos seis kilos de agua por cada 8 horas que llevan el mermado uniforme de batalla. Los pacientes ya empiezan a llegar con un cuadro avanzado de síntomas, empeoran de manera súbita y entran en el hospital con lo puesto. Los que mueren, lo hacen en las mismas manos que han intentado salvarles. “Desde hace días la morgue de donde salen los cuerpos está por encima de su capacidad habitual. No hay visitas de familiares”.
EPI de mala calidad
Los Equipos de Protección Individual (EPI) no han llegado. El 25 de marzo el Gobierno hizo la compra de material a China. ONCE días después. Y llegará a lo largo de abril. Eso también lo ha dicho el Gobierno. Lo que no han dicho es cómo trabajan los médicos y enfermeros hasta ahora.
Nuestros soldados de la medicina luchan con armas de juguete. “Nuestro EPI debería ser de una sola pieza y cerrado. De pies a cabeza, impermeable. Cubrir las manos con guantes largos y la vía aérea. Mascarilla quirúrgica si no hay contacto directo, mascarilla FFP2 (limpia el 95% de aire) para contacto íntimo con el paciente o FFP3 para procedimiento de nebulizaciones, intubaciones o donde haya un gran numero de aerosolización en el ambiente”. Esos equipos nunca han llegado pero los profesionales siguen adelante, “he intubado sin esta mascarilla porque no puedes dejar morir a la gente”.
EPI de china:
1 protección cutánea (para evitar heridas por el material)
2 mascarilla ffp2/ffp
3 gorro impermeable
4 bata impermeable
5 guantes de media manga
6 calzas impermeables
7 traje EPI impermeable cerrado de una pieza
8 nuevas calzas
9 gorro impermeable
10 nuevos guantes de media manga
11 mascarilla quirúrgica
12 gafas protectoras antivaho
13 pantalla protectora antivaho
EPI español:
1 mascarilla (la que haya disponible)
2 gorro permeable
3 guantes de media manga
4 bata impermeable
5 gafas protectoras (se empañan impidiendo la visibilidad a partir de los 15 minutos de uso)
6 segundo par de guantes de media manga
7 campana protectora facial (también se empaña)
Sobre la mesa una nueva vía de agua en la maltrecha Sanidad. Los nuevos equipos que van llegando a cuentagotas son de peor calidad. Lo dicen los profesionales “los plásticos son peores, pero es lo que tenemos”.
Carros vacíos
La primitiva organización intentó hacer algo parecido a una gestión de recursos. Es evidente que no esperaban el colapso. O el estrés, en dialecto político. “Cuando se organiza todo para que seamos una unidad receptora de este perfil de pacientes nos dieron carros vacíos que es donde debería estar el material. Vamos reponiendo con lo que teníamos del uso habitual. Pero antes no necesitábamos ese perfil de material. Nos acabamos poniendo Bolsas de plástico, estiramos los guantes… el protocolo dice que no se debería reutilizar pero reutilizamos. Pedimos material a la supervisión y nos dice que no hay, llamamos a la jefatura y para un día te traen tres mascarillas con 14 pacientes críticos. Dan ganas de pensar que se ríen de nosotros”.
Un juez ya ha dado orden al Gobierno de proveer a los hospitales con el material necesario para proteger al personal sanitario. Los primeros en contener el coronavirus son los más expuestos pero no piensan ir a ninguna huelga. No van a dejar morir a nadie. Eso lo han dicho los sindicatos, los mismos que mantienen liberados sindicales en plena crisis sanitaria. “La negociación sindical ahora no se plantea. Hacen falta manos”.
Mientras esperamos el pico de contagios, de muertos, de altas o de lo que sea que nos traiga buenas noticias, los hospitales enferman. El mundo al revés. La previsión nunca fue tal y las recomendaciones no se escucharon porque los manifiestos públicos nublaron la vista de los que toman decisiones. Mientras llega la compra, se recibe y se reparte pasarán días. Para el resto de españoles serán horas de encierro para decidir si queremos que la política siga infectándolo todo.