Manuel Vicent muestra su mirada “particular” hacia el mundo (y qué bien lo hace)
Hay libros que sirven para lectura playera, para entretener, para despejar la mente del runrún de los días laborales. Hay otros que son complejos, de largo aliento, para meditarlos y reflexionarnos lentamente. Pero, hay un tercer grupo que son los que enseñan una mirada singular, que son en sí mismos un viaje a través de los ojos del autor, son el desnudar de un alma.
Esta última descripción se ajusta al nuevo volumen –entre diario y memorias– del periodista y escritor Manuel Vicent (Villavieja, Castellón, 1936), “Una historia particular” (Alfaguara, 2024). Quienes ya conocemos a Vicent, a través de sus columnas periodísticas, sabemos que no es pudoroso con su intimidad. Es tremendamente humano. No esconde su dolor ni sufrimiento, ni su alegría tampoco. Lo comparte todo con sus lectores, como aquella aterradora e inolvidable columna que escribió y nunca quiso haber escrito, “Mientras viva” en “El País”, tras el fallecimiento de su hijo, Mauricio Vicent, también periodista, histórico corresponsal en Cuba. “Qué artera ha sido la muerte, que en vez de dármela a mí eligió solo herirme en ese punto que más me podía doler”. O la columna “En la noche de San Juan” en el mismo medio, que cuenta el significado de la fiesta para él: “Cuando oigas muy cerca risas orgiásticas alrededor de una hoguera piensa que esa alegría, que nadie sabe de dónde viene, es realmente el trébol de cuatro hojas que ibas buscando desde niño. La brisa cargada de sal llegará de muy lejos, resbalará sobre tu piel gastada por el tiempo para traerte el recuerdo de todos los que se fueron. La noche de San Juan es la más breve del año”. Ese niño que a menudo asoma la cabeza en sus columnas, también está presente en este último libro.
En momentos vitales duros Vicent escribe. En épocas felices Vicent también escribe. La pluma es su salvavidas. Pero este último volumen no es tanto un ejercicio de escritura, sino un entrenamiento de la memoria. Es la vida contada desde los ojos de alguien que vuelve a dar los pasos que dio de niño, de adolescente, de adulto. Vuelve a recorrer el camino de su aliento a través de los sucesos políticos, la música, la literatura, sus perros, sus coches, sus ciudades. Vicent muestra en “Una historia particular” una sensibilidad delicada y fina, como la brisa del mar en un día caluroso, de esas que cada vez se leen menos en este mundo tan hostil, y una rica vida interior construida a través del tiempo. El hombre de 88 años revive sus veranos e inviernos plenos y los cuenta con una prosa espléndida: al fin y al cabo, toda vida es una “historia particular”.
En este relato autobiográfico, Vicent ofrece una narrativa multifacética que explora sus memorias, reflexiones y vivencias, al mismo tiempo que se adentra en los eventos históricos que marcaron su época. El libro se centra en una serie de relatos entrelazados que configuran una especie de biografía emocional y cultural del autor. “Hace ya mucho tiempo que tuve conciencia de que leer y comer son dos formas de alimentarse y también de sobrevivir”, escribe. Vicent revive episodios de su vida, así como de la historia reciente de España, con un enfoque introspectivo y una prosa que destaca por su lirismo y su elegancia. Su estilo, tan suyo, se caracteriza por una combinación de simplicidad y profundidad, logrando una narración accesible pero también rica en matices. Cada frase está cuidadosamente construida, con un ritmo que envuelve al lector y lo invita a repensar cada palabra. De pronto, Vicent se siente un niño en un cuerpo de anciano y ese sentimiento atraviesa todas las páginas. Y su corazón. “Hoy es un viejo […] que a veces recuerda a aquel niño que iba a la escuela con la cara bien lavada, tan limpio, tan puro, tan lejano. Y se le saltan las lágrimas”.
Las referencias culturales son tantas –literarias y musicales– que la que firma este texto decidió crear una lista en Spotify con las canciones y cantantes que cita. Desde Little Richard o Domenico Modugno hasta Luis Eduardo Aute o Gato Pérez pasando por The Beatles o The Mamas & The Papas. Es todo un acierto contar los acontecimientos históricos y personales a través de las melodías escuchadas. O los coches que han sido fieles compañeros. O los perros que le han acompañado. “Montada en el Seat 600, la clase media española se presentó en sociedad a finales de los años cincuenta del siglo pasado. […] Un día de primavera del año 1957 llegó el Seat 600 a casa […]. Cuando pasaba por una carretera junto a un cementerio de automóviles, siempre solía recordar el Citroën 2CV, el Morris, el Austin, el Volvo, todos los coches que me habían acompañado a lo largo de mi vida”. Vicent utiliza un lenguaje poético que transforma las escenas más cotidianas en momentos de gran belleza y significado. La melancolía y la nostalgia se entremezclan con momentos de aguda observación y un sutil sentido del humor, creando una obra que es tanto un gozo para su lectura, como una reflexión profunda sobre la vida y el paso del tiempo.
“Una historia particular” refleja la maestría de Manuel Vicent en el arte de la narrativa. Su prosa –llena de belleza y profundidad– y su capacidad para explorar las complejidades de la vida humana son un deleite para los sentidos. Quisiera buscar cobijo siempre en este libro. Que sea mi puesta de sol, un cerezo que florece en la primavera, el café por la mañana. Porque la mirada de Vicent embellece el mundo, y lo hace mucho menos rival. Sus ojos son esperanza de que no estamos perdidos: el camino de la sensibilidad existe y es angosto, pero indudablemente merece la pena recorrerlo. Porque mirar sin ver sería peor catástrofe que percibir la belleza del mundo y sufrirla.
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