Conocer Madrid: Instituto de Energía Solar

A partir del Laboratorio de Semiconductores de la E.T.S.I. de Telecomunicación, que se estableció sin una estructura jurídica específica en 1969, se creó el Instituto de Energía Solar de la Universidad Politécnica de Madrid mediante una Orden Ministerial del 16 de febrero de 1979.
En 1993, el instituto fue confirmado como instituto universitario por medio del Real Decreto 846/1993, publicado en el BOE n.º 144 del 17 de junio, en la página 18679.
El Instituto se dedica a la investigación de todo lo relacionado con la energía solar fotovoltaica. Esta tecnología, que convierte la energía solar en electricidad, ha sido utilizada en satélites artificiales como fuente de energía eléctrica fiable y en aplicaciones terrestres desde mediados de los años 70, como sistemas conectados a la Red Eléctrica, aplicaciones en electrificación rural y zonas remotas de difícil acceso, y sistemas autónomos, entre otros. En la actualidad, las líneas de investigación del instituto se han expandido para incluir el estudio de nuevos materiales fotovoltaicos y los sistemas de concentración fotovoltaica.
La Energía solar fotovoltaica es una fuente de energía renovable que se obtiene directamente de la radiación solar mediante una célula fotovoltaica o una célula solar de película fina. Se utiliza mayormente para generar electricidad a gran escala a través de redes de distribución, pero también se utiliza en aplicaciones autónomas y para abastecer viviendas aisladas de la red eléctrica.
En los últimos años, debido a la creciente demanda de energías renovables, la fabricación de células solares e instalaciones fotovoltaicas ha avanzado significativamente. En el año 2000, los ambientalistas alemanes y la organización Eurosolar obtuvieron financiamiento para crear diez millones de tejados solares y así promover el uso de esta energía limpia.
La energía solar fotovoltaica se ha extendido gracias a los incentivos económicos y los sistemas de autoconsumo y balance neto. Gracias a estas medidas, la energía solar fotovoltaica se ha convertido en la tercera fuente de energía renovable más importante a nivel mundial, después de la hidroeléctrica y la eólica, con una capacidad instalada de 500 GW a finales de 2018 y una instalación de 100 GW solo en ese año. Al ser una fuente de energía limpia, la energía fotovoltaica no emite gases de efecto invernadero.
Aunque la energía solar fotovoltaica es una fuente de energía renovable muy prometedora, su producción puede verse afectada por varias limitaciones. La eficiencia de las células fotovoltaicas depende directamente de la radiación solar, lo que significa que la producción de energía puede disminuir entre un 10 y un 25 por ciento si la célula no está perfectamente alineada con el sol.
Para optimizar la producción, se han desarrollado seguidores solares que maximizan la captación de la energía solar. Además, las condiciones meteorológicas, como la falta de sol, las nubes y la suciedad que se deposita sobre los paneles, pueden reducir la producción de energía. Por lo tanto, es necesario combinar la energía solar fotovoltaica con otras fuentes de energía gestionables, como la energía hidroeléctrica, nuclear o las centrales de combustibles fósiles, para garantizar un suministro eléctrico constante y confiable.