Las 10 tabernas centenarias de Madrid

La historia de Madrid está ligada a sus tabernas, lugares para alimentar y dar de beber a lugareños y gente de paso, y sobre todo, espacios de reunión, en los que nacían tertulias y charlas inocentes al abrigo de sus caldos, y también, conspiraciones, que no lo eran tanto.
Repasamos diez de los establecimientos con más solera de Madrid.
Bodega de La Ardosa
En 1892 abrieron bajo este nombre varios establecimientos en Madrid, para comercializar un vino de Toledo. De entre todos ellos, el local situado en el barrio de Malasaña iniciaría un nuevo y exitoso camino en los años setenta con la familia Monje, situándola en la lista de imprescindibles en Madrid para degustar sus esponjosas tortillas de patata. El concurso de bebedores de Guinness que organiza el Día de San Patricio, y su carta de cervezas del mundo, han ayudado a convertirla en la más divertida e internacional de las tabernas antiguas de madrileñas.
Casa Alberto
En el barrio ilustrado de Madrid -el Barrio de las Letras-, la gente del teatro, la literatura y los toros, han protagonizado muchas de las tertulias de esta taberna fundada en 1827 sobre los cimientos de la casa en la que vivió Miguel de Cervantes. Del paso de sus destacados clientes, nos hablan sus paredes llenas de fotografías y recuerdos, y de su pasado centenario, aún conserva la magnífica barra de estaño y madera por la que aún circula el agua.
Casa Ciriaco
Su ubicación en el mismo inmueble desde el que se arrojó la bomba contra la comitiva nupcial de Alfonso XIII en 1906, forma parte de su pasado, pero su historia también está ligada al nombre de conocidos clientes, cómo el periodista y escritor Julio Camba, o el humorista y escritor Mingote. Y es que la literatura siempre ha sido -además de su famosa receta de gallina en pepitoria- uno de sus atractivos, y cada año, es una de las paradas del itinerario nocturno La ruta de Max Estrella, que recorre el centro de Madrid cómo sentido homenaje a la obra Luces de bohemia de Valle-Inclán.
Casa Labra
La clientela congregada en las mesas que instala frente a su reconocible fachada es proporcional a las deliciosas croquetas y tajadas de bacalao, especialidad de esta casa fundada en 1860. Otro local cargado de historia, en cuyo comedor superior se reunía clandestinamente el germen fundacional del Partido Socialista, allá por 1879.
La Bola
Su primera propietaria -una asturiana conocida cómo La Rayúa-, transformó en 1870 lo que entonces era una botillería de estudiantes, en un restaurante en el que se servía cocido. Lo novedoso es que lo ofrecía en tres versiones, para obreros, estudiantes y periodistas y senadores, a diferentes horas del día, y con distintos precios según los ingredientes utilizados. Desde entonces la familia Verdasco sigue regentando el que es uno de los mejores lugares de Madrid para disfrutar de un cocido en puchero de barro individual.
La Casa del Abuelo
Rosquillas y vino dulce. Esa era la sencilla propuesta que ofrecía esta taberna cuándo abrió sus puertas en 1906. Sería en los años veinte, cuanto incorporaría a su carta los bocadillos, una novedad en el Madrid de la época que fue todo un éxito. La escasez de harina para elaborar pan en los años cuarenta, propició que probarán a ofrecer gambas acompañadas de un vaso de vino, cómo alternativa. Desde entonces, las gambas -a la plancha o al ajillo- son la especialidad de una taberna que sigue utilizando la vajilla y plancha de freír originales.
La Dolores
La vistosa fachada de azulejos decorados de esta casa de comidas fundada en 1908 no pasa desapercibida. Al igual que su interior, con su alargada barra de madera y mármol - perfecta para disfrutar en ella una de las cervezas mejor tiradas de Madrid-, y sus estanterías llenas de botellas y jarras de cerveza.
Lhardy
A pesar de los años transcurridos desde su apertura en 1839, sigue siendo sinónimo de elegancia, quizás porqué desde su origen destila ese aire parisino que quiso imprimirle su fundador, el francés Emilio Huguenin. Lo cierto es que méritos no le faltan, -desde su cuidada fachada de madera de caoba, hasta los detalles de su interior-, y no sorprende que se convirtiera en un referente del ambiente cortesano de la época. En la actualidad es uno de los mejores locales para tomar cocido madrileño, y sus desayunos en la magnífica barra de la planta calle, uno de los más animados de la ciudad.
Taberna de Antonio Sánchez
Las paredes llenas de fotografías de antiguos toreros y viejos carteles de corridas, recuerdan la figura de su fundador, el torero Antonio Sánchez, y por las mesas de mármol de esta taberna inaugurada en 1830, han desfilado también famosos parroquianos, cómo el pintor Ignacio Zuloaga. La culpa sin duda, además de su ambiente, la tiene su Olla gitana, una de las especialidades de su carta.
Taberna de Angel Sierra
Sinónimo del aperitivo en la zona de Chueca, desde su esquina privilegiada con la calle Gravina -desde la que también se accede-, contempla la siempre bulliciosa Plaza de Chueca desde 1908. En contraste, su interior nos recibe ajeno a las modas, con su barra de madera y zinc, sus estanterías llenas de botellas antiguas, y la decoración un tanto trasnochada de su techo.