El estrés en la infancia repercute en la salud en la etapa adulta

El estrés en la infancia repercute en la salud en la etapa adulta

Una investigación publicada en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS) relaciona las experiencias adversas con un mayor desgaste fisiológico una vez que las personas que las han sufrido alcanzan la edad adulta. Un estudio liderado por la investigadora Cristina Barboza Solís, de la Universidad Costa Rica, se llevó a cabo durante varias décadas mediante un proceso de seguimiento a miles de británicos nacidos en 1958, y demuestra que los traumas psicosociales de la niñez, el ambiente psicosocial estresante para el niño, ocasionado por diferentes problemas familiares, guarda relación con peores datos de salud en las siguientes décadas de su vida.

Asimismo, la investigadora costarricense está interesada en trasladar este tipo de investigación a Costa Rica, dado que es difícil extrapolar los resultados a los países latinoamericanos, cuyas realidades son muy diferentes.

Las experiencias adversas en la infancia analizadas, corresponden al parámetro conocido como ACE por sus siglas en inglés: 'Adverse Childhood Experiences', y se construye con datos sobre las circunstancias familiares que pueden generar estrés en el niño, como la separación de sus padres por divorcio o muerte, problemas de alcoholismo de algún miembro de la familia, así como enfermedades psiquiátricas o problemas con la justicia.

Además Solís declara que la relación entre los traumas infantiles y los problemas de salud posteriores se puede explicar por tres vías: socioeconómica, comportamental y biológica: aquellos niños que han sufrido una adversidad tienen, como promedio en su vida adulta, un nivel socioeconómico y educativo más bajo y son más propensos a adoptar comportamientos de riesgo para la salud, como fumar, consumir licores o tener un índice de masa corporal superior. Y aunque la vía biológica aún está por esclarecer, es probable que el sistema fisiológico responda de algún modo al estrés.

El estudio National Chid Development Study que lideró la investigadora incluyó a 7.535 personas nacidas durante una semana de 1958 en Gran Bretaña, sobre los que se ha hecho un seguimiento a lo largo de sus vidas analizando diferentes parámetros sociales y de salud. Entre estas personas, se seleccionaron 3.782 mujeres y 3.753 hombres para este trabajo. Entre los hombres que presentaron adversidades precozmente, las principales conductas de riesgo para la salud medidas en diferentes décadas de su vida (por ejemplo, a los 23, 33 y 44 años) han sido fumar, un bajo nivel educativo y un bajo patrimonio económico. Entre las mujeres que atravesaron algún trauma infantil, además de estos mismos parámetros, destaca un índice de masa corporal elevado.

Cristina Barboza asegura además que reconocer la infancia como un periodo de oportunidades en términos de salud sería crucial para la creación de nuevas políticas de salud pública a nivel poblacional, y añade que la infancia es un periodo crítico para el desarrollo integral y óptimo de los sistemas fisiológicos. Su equipo quiere seguir analizando, para ver si es posible que los padres transmitan un capital social, económico y psicosocial, a través del nivel educativo y la posición social, que proteja o altere la salud de sus hijos cuando lleguen a adultos.

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