Tontas y listas: las rosquillas de San Isidro

En algún momento de la historia, una vendedora llamada 'Tía Javiera' acudió a la pradera de San Isidro cargada de dulces rosquillas.
Tal fue su éxito, que al poco tiempo decenas de tenderos madrileños montaron puestos de rosquillas afirmando ser familiares de la popular 'Tía Javiera'. La popular mujer, que provenía de Villarejo de Salvanés, no sólo se convirtió en la 'Reina de la pradera' sino que también se hizo protagonista de algún que otro cántico de la época. Hasta el propio Jacinto Benavente, nuestro primer Premio Nobel de Literatura, dedicó tinta y papel a la rosquillera 'Tía Javiera' en su obra 'Recuerdos y olvidos: memorias', y además en un par de artículos del diario ABC. Es más, ¿qué dicho chulapo y canalla hace referencia a lo "auténtico, legítimo y bueno"? la sentencia popular sería "de la propia Tía Javiera".
Como vemos las rosquillas de San Isidro se convirtieron en leyenda en cuerpo de la 'Tía Javiera' para aparecer tanto en lo más llano como en lo más sublime de la cultura madrileña de siglo XIX y XX, desde los dichos inventados en callejones adoquinados hasta las páginas de Benito Pérez Galdós.
Receta de la Tía Javiera para rosquillas listas y tontas
Pero, ¿cómo eran las rosquillas de la 'Tía Javiera'? ¿su receta y características?
Ingredientes para 6 personas:
Harina, 250 gramos
Azúcar, 100 gramos
Huevo, 4 unidades
Levadura en polvo, 1/2 cucharadita
Anís, 1/2 taza
Anises, 1 cucharadita
Piel de limón, 1 unidad
Aceite de Oliva, 6 cucharadas
Preparación
Ponga seis cucharadas de aceite en una sartén, acérquelo al fuego y cuando comience a estar caliente, incorpore la cáscara de limón y déjela a fuego suave durante diez minutos. Retire la cáscara de limón y deséchela. Aparte la sartén del fuego y deje enfriar el aceite.
A continuación, ponga la cucharadita de anises en otra sartén y tuéstelos al fuego moviéndolos en el mortero y macháquelos hasta hacerlos polvo. Bata tres huevos con el azúcar hasta que estén espumosos, agregue el aceite frito, los anises, la copa de anís y la harina. Mezcle todo bien hasta obtener una masa homogénea.
Si fuese necesario, aumente un poco la cantidad de harina. Tape el cuenco con un paño y deje reposar la masa una hora en el frigorífico o en un lugar fresco. Engrásese las manos con aceite y divida la masa en doce partes. Forme bolas con ellas, aplástelas un poco y haga un agujero en el centro para darles la forma de rosquillas.
Seguidamente, engrase la bandeja de horno y coloque las rosquillas de forma que queden separadas unas de otras. Bata el huevo restante y pincele las rosquillas con él. Caliente el horno y cueza las rosquillas a media potencia hasta que estén doradas por la parte superior (se pueden pincelar más de una vez).
Para convertir la rosquilla lista en tonta, tendrá que hacer un jarabe de azúcar compuesto por:
-2 claras de huevo
-150 gramos de azúcar glass
-zumo de limón, una cucharadita
Vierta las claras de huevo en un cuenco y añada el azúcar glass poco a poco, mientras remueva con una cuchara de madera. Incorpore el zumo de limón hasta crear una masa homogénea. Finalmente, aplique la mezcla en las rosquillas previamente horneadas con la ayuda de una brocha de cocina.
Las rosquillas listas y tontas se suelen acompañar con vino blanco o limonada para los abstemios.