'Rush', una película de Fórmula 1

Arranca la F1. Ya no se podrá decir a duras penas que comenzaron a rugir los motores, pues la electricidad en ellos ha hecho una aparición esencial para el futuro de la competición. Abaratamiento de costes que esperemos lleguen al consumidor particular, sumando competición más igualada entre equipos.
Este fin de semana, hemos comprobado que se pierden algunas facetas del Deporte de las cuatro ruedas que afectarán en la intuición o los sentidos de los espectadores. Y curiosamente escasos adelantamientos. Por mi parte, además me he colado en la historia de la F1, cuando los pilotos se debatían entre la velocidad y las graves consecuencias accidentales de aquellos años locos y peligrosos. Hombres que luchaban entre sí, contra el miedo y con los medios económicos, para conseguir llegar a lo más alto del cajón.
El director Ron Howard, conocido por todos los cinéfilos, se ha sacado de la manga esta interesante y emocionante película Rush. Si bien trata sobre dos figuras reconocidísimas en los años 70 y dos escuadras rivales hasta la leyenda, McLaren o Ferrari, balas plateadas frente al cavallino rampante, el aspecto personal es evidente. Gracias al director de Oklahoma conocemos las interioridades de los pilotos, poco conocidas por los aficionados. Aventuras fuera del asfalto, no por ello menos apreciables. E imágenes para el recuerdo.
El olor a piel quemada, me ha llevado a especular (o experimentar tal como sucede en los test de pruebas antes de una dura temporada) sobre una historia de superación física-mental; y relacionarla con el mundo de la imaginación, la literatura y el cine. Aquí vemos enfrentadas dos culturas, tan distintas como la comprensión de la atracción y el odio, historias de amor y lirismo con la "Bella" Chris Hemsworth y Daniel Brühl, la Bestia.
Rush es un film que abandona la tecnología, lo importante es la cabeza. Y Ron Howard que comenzará como actor en series de Tv y se especializó en las grandes taquillas, ahora está tomando un giro diferente en su carrera. Sólo algunas tomas a lo "Meteoro" son para buscar el impacto en el espectador, el resto es humano. Los ingenieros buscan sacar unas décimas de segundo al tiempo y más fiabilidad, pero el film no se conforma con laureles. Ni se duerme en ellos, pues interesarán a las generaciones del mañana.
Amor-odio entre un ser definido por su apariencia externa y su inteligencia, que respeta a la muerte, frente a su némesis que apura el néctar de los dioses y la vida hasta las últimas consecuencias. El odio se magnifica para acercarse a la empatía en los momentos en que todo se acaba. Sólo quedará ya, un respeto inalterable y envidia sana.
La Bella encarnada en el piloto británico James Hunt sería campeón mundial en el fatídico 1976. Deseado dentro y fuera de los circuitos se embarcó en escuderías más amatorias. Alcohol y mujeres, convirtiéndose en piloto sexual. Pero, el filme Rush se dedica más a su relación intensa con la bestia apareciendo de la nada con su cara inquisidora. Los nervios o los excesos producen reacciones en su cuerpo antes de las carreras, invadiéndole la duda ante el nuevo y deslumbrante recién llegado. Sin embargo, se burla de su apariencia y reniega de su valía. Esto tendrá un precio a pagar en el futuro, cuando los insultos y aspectos extra deportivos abandonen para siempre el asfalto.
Por contra, la Bestia de Nikki Lauda es racional. Pensativo calcula los riesgos por anticipado, pero llegado el momento crucial se verá arrastrado a la irracionalidad, conquistarle el terreno a la bella. Su fisonomía le emparenta odiosamente a las ratas, seres marginales que luchan diariamente por su existencia bajo tierra. Ocultándose y sobreviviendo. Aquel día de 1976 cambiaría su fisonomía a monstruo para insensatos, héroe sin cortapisas para la mayoría. Pero, encontraría su flor azul y mágica. Aquellos ojos bajo la tela protectora se encendieron de un rojo sangre como su bólido, no de roedor, más bien de dragón escupidos por aquel fuego del infierno. Dragón rojo que emerge del hospital para ganar años después el campeonato, como un AVE Fénix.
Así, se forjan las leyendas. Un inglés y un austriaco se dejaron su piel, uno por el éxito y otro con su oficio y respeto al peligro. Esa fecha, las reglas para proteger el espectáculo se hicieron necesarias, y los cambios para escapar de las prisiones que rodeaban las pistas, se alargaron como válvulas de escape de la vida. Libertad contra libertinaje.
Ambos actores hacen papeles destacados, se repulsan o atraen como las figuras románticas del castillo bestial y mágico en Centroeuropa. Al final danzarán sobre cuatro ruedas y aunque el cuento no acabase bien, debido a tanto sufrimiento... el mensaje será positivo para las nuevas generaciones.
Corazón con sus impulsos básicos y primarios, derrotado por la superación y la cabeza. Aquel día, triunfó la fiabilidad del propio cuerpo carbonizado, como una extensión del motor ardiendo en la pista. Dos formas de conducirse por la vida, profesionalidad, pasión. Sueños.
Al alcanzar la meta, ya nada tiene importancia, ni el dolor ni las dudas. Has demostrado a aquellos que no confiaron en ti que tu piel, sigue estando en el escalón más alto. No hubieran existido el uno sin el otro: 1 Bella + 1 Bestia = 2 Campeones.
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