Crítica de 'Riddick'

Riddick fue un anti-héroe emergido de la mente oscura del director y guionista californiano David Twohy (parece ser que imbuido en el argumento de Alien 3), ahora también en su tercera entrega intenta sacar a flote las cualidades guerreras de su protagonista Vin Diesel, en un planeta vertebral jalonado a sus anchas en el espacio desconocido.
Sobrevivir a la sombra de otras figuras abandonas a su suerte, en espacios violentos y salvajes, tierras con seres sacados de la fantasía y fotografiados en desiertos próximos a la Oceanía terrenal. Seguramente esos tonos ocres en un sol incendiarios y tormentas monstruosas tienen su reflejo en nuestro planeta, de forma más suavizada.
Aquí, cae la noche cerrada y el polvo estelar se desplaza a velocidades vertiginosas, al igual que los depredadores. Como las arenas del viejo Dune, (dónde Mr. David Lynch sacó la novela de Frank Herbert para llevarla a su territorio onírico) surcadas por serpientes de dientes sedientos de carne no tan humana. Muchos Temblores quedan patentes ante tales adversidades.
Tonos anaranjados por sufrimiento y voracidad, alguna vez fueron malgastados por otro creador en la ciencia ficción como David Fincher, en su entrega del Alien más enfermizo, y también algo aburrido. El solitario que una vez fue Leyenda, se entrega a la lucha con sus propias manos, dientes y corazón, pero esta vez, él, es el no muerto.
La amenaza vampírica da paso a un terror oculto en la arenisca, en las rocas y charcas de este complejo sistema poco evolucionado. Sólo otros visitantes alertados, traen la fuerza técnica para poder abandonar este presidio, aunque en la primera ocasión fuera frío y negro, como una amenaza fantasma. Allí nacía una nueva leyenda, una vista emergente de ojos blanquecinos en la oscuridad.
Ahora, llevamos tres películas y los errores se han ido acumulando. Pues, este Riddick debía estar sólo, en esta "distopía". Andar por parajes espectaculares y sortear toda clase de peligros acechantes. Para esta sobrevivencia no eran necesarias más alforjas.
Black Pitch fue la entrada triunfal, ahora el comienzo prometedor se ha vuelto cansino. Cuántos más personajes aparecen en la arena, los gladiadores se tornan enanos, y el circo naufraga por falta de la imaginación, a pesar del esfuerzo por renovar la sangre del Necrófero.
Aquí, habría hecho falta un apocalipsis Planetario como es debido, y no dejar en manos del CGI y otros personajes que poco pintan, la historia convertida en batiburrillo arenoso. Demasiados granos que tapan la cara del principal protagonista, Riddick.
A pesar de ello, el comienzo nos sumerge en las arenas del tiempo. En películas como las antes mencionadas. Sin embargo, a medida que avanza Riddick se va quedando relegado y desdibujado, para acabar engullido en su propia pretensión movediza.
Este guion, hubiera necesitado una visión minimalista hasta su fin.
Riddick consigo mismo, hasta la muerte.
No sabemos si existirán más mundos que recorrer en su futuro, esperemos que sean algo mejores.
Mejor que la dos, pero más descafeinada que la una.
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