Sánchez, en el filo de la navaja
El Gobierno está empeñado en hacernos creer que sin nuevos presupuestos aquí no pasa nada. No es ninguna catástrofe, ni un drama nos han dicho en las últimas horas la ministra de Hacienda y el ministro de Transportes.
La realidad es que mañana se iba a votar en el Congreso de los Diputados la senda de déficit o techo de gasto, el armazón donde se encajan los Presupuestos Generales del Estado, y no va a ser así.
El Gobierno ha decidido atrasar esa votación, porque no tiene los apoyos para sacar adelante su propuesta. No ha funcionado la visita a Suiza del secretario general del PSOE, Santos Cerdán, para convencer al prófugo Puigdemont de que les apoye. Está por ver cuándo será esa votación, ni siquiera si se presentará el proyecto de presupuestos para 2025. En todo caso, el Consejo de ministros aprobó ayer el cuadro macroeconómico con previsiones al alza del PIB, una vez que el INE hubiera realizado la semana pasada variaciones al alza de gran calado.
Desde julio en que la previsión era de un crecimiento del 2% hemos pasado a un alza del 2,7%. Más de 36.000 millones de euros, lo que sin duda aligera el ajuste que debían hacerse en las cuentas públicas para cumplir con las reglas fiscales de la Unión Europea. También y en consecuencia con estos cambios, la deuda pública ha mejorado su ratio de deuda pública sobre PIB del 108% al 105%. Este optimismo del Gobierno contrasta con la multitud de datos que se van conociendo sobre la economía real de los españoles.
En este sentido, el INE acaba de publicar el salario más frecuente en España y no llega a 15.000 euros. El paro y la situación económica siguen siendo la mayor preocupación después de la inmigración, La pobreza no para de aumentar, la infantil, la general y la energética y ni siquiera son capaces de que el Ingreso Mínimo Vital o el bono social eléctrico llegue a las personas que realmente lo necesitan. Contarnos la película de lo bien que va la macroeconomía, cuando millones de personas no llegan a fin de mes y han tenido que cambiar sus hábitos alimenticios por no poder hacer frente al coste de la cesta básica de la compra es hasta cruel. Veremos hasta cuándo son capaces de pasar de esta realidad, tomar medidas para revertirla o por lo menos no dar pasos que ahonden en ella.
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