Máscaras intercambiables y orgullosas en Móstoles: ¿Hay diferencia entre PP y PSOE?
Cada vez veo menos diferencias entre el PP y el PSOE. Tanto monta, monta tanto. Socialismo rojo o socialismo azul: socialdemócratas que se pliegan —o que promueven— la nueva religión de lo políticamente correcto, siempre por consenso. ¿Cuáles son las líneas rojas ideológicas que el PP no está dispuesto a traspasar? Se me hace difícil encontrarlas.
Y lo digo porque me he quedado atónito con la denuncia que Vox acaba de hacer en Móstoles. Allí, PP y VOX gobiernan en coalición, pues los números no daban para otra cosa. Sin embargo, en Móstoles, se va a organizar una gran fiesta del orgullo, promovida por el PP de manera subrepticia, por la puerta de atrás.
El PP claramente disfruta de la fiesta multicolor. No nos engañemos; de lo contrario, tendría el argumento perfecto para evitarla echándole la culpa a su socio de gobierno. Tan ilusionado estaba el profesor de escuela pública y alcalde, Manuel Bautista, que ha decidido no diluir la fiesta arcoíris, engañando a Vox al omitir en los presupuestos del municipio el concepto de la partida destinada a financiar estas actividades. Y no contando nada a sus socios de gobierno hasta que todo estuviera organizado y bien atado.
Es decir, el alcalde del PP necesita de Vox para gobernar, pero no duda en engañarles para cruzar una línea roja de Vox, quien considera esto como "la imposición de una ideología radical". Señores de Vox, estos son los principios del PP. Si no les gustan, tienen otros. Todo vale para gobernar.
La mentira siempre ha sido un sello de las políticas de izquierdas, y el socialismo azul también la ha adoptado ya. ¿Acaso el PP ha decidido que, si no puedes vencerlos, únete a ellos? ¿Dónde queda la oposición cuando las políticas son idénticas y solo cambian las etiquetas? Entre las promesas rojas y azules, los ciudadanos acabamos bañados en un gris indistinguible, donde las políticas se mezclan como colores en la paleta de un pintor descuidado.
En el teatro político español, PP y PSOE aparecen como actores estelares en el arte de cambiar máscaras, no políticas.
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