Anestesias verdes... ¿Y las flatulencias?
La ministra de Sanidad de Valencia ha anunciado la creación de un equipo dedicado a la investigación de anestesias menos contaminantes, sorprendiendo a profesionales del sector y destacando su compromiso con el medio ambiente. Su enfoque podría extenderse a problemas más graves como la emisión de metano por los seres humanos, que representa el 75% de los gases expulsados y contribuye al calentamiento global. A pesar de que las emisiones de metano de la anestesia son mínimas en comparación, se espera que la ministra dirija su atención a esta fuente de contaminación. Sin embargo, cualquier intervención en este sentido debe ser cautelosa para evitar problemas de salud como la diverticulitis, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn. La ministra de Sanidad, con su activismo, puede restaurar la confianza en la lucha ecológica contra la incomprensión, el egoísmo y la ignorancia.
La ministra de Sanidad sorprendió en Valencia con el anuncio de un equipo que tratará de unas anestesias menos contaminantes. Debo reconocer que la hipersensibilidad de la ministra de Sanidad -médico y madre- respecto a las anestesias ha sorprendido incluso a los profesionales del sector, lo que habla en positivo de esta luchadora del medio ambiente, a la que no se le escapa ninguna posibilidad.
Esa hipersensibilidad ha abierto una puerta a la esperanza sobre si una personalidad, tan entusiasta en su lucha contra la contaminación, no acabará abordando un sector mucho más grave, cual es el de la flatulencia. Tengamos en cuenta que, de los gases expulsados por los seres humanos, el 75% está compuesto por metano, un gas que contribuye al calentamiento de la atmósfera. En algunas ocasiones, ha habido ecologistas que se han preocupado por las flatulencias de las vacas, pero no han ido mucho más allá. Es cierto que hay bastantes vacas por el ancho mundo, y son muy potentes a la hora de expeler, pero no son tantas como los seres humanos que poblamos la tierra, y que, hace un par de años, sumábamos ya 8.000 millones de individuos.
En comparación con las anestesias, el porcentaje es casi despreciable, por lo que cabe esperar que, muy pronto, la eficacia ardorosa de nuestra ministra se centre en el pedo humano, grave causante de la contaminación.
Reconozcamos que no todos los seres humanos son flatulentos. Los hay moderados en expeler metano, y estajanovistas a la hora de arrojar metano al exterior, desde el interior de sus cuerpos. Pero, por muy bajo que hagamos los cálculos, no sería exagerado atribuir una media de un par de flatulencias por ciudadano cada 24 horas. Eso, individualmente, puede parecer una minucia, pero suponen 16.000.000.0000 millones de pedos al día.
La ecología lucha contra la incomprensión, el egoísmo y la ignorancia, pero activistas como la ministra de Sanidad pueden devolvernos la confianza. Si en la anestesia hay que andar con cuidado, no sea que se nos duerma el paciente para siempre, cuando la ministra aborde la flatulencia humana, y ponga manos a la obra, deberá actuar con cautela, no sea que del pedo bajo control pasemos a la diverticulitis, y la colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, lo que sería cambiar los gases por la evacuación sólida, que es la denominación más fina que se nos ocurre.
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