“Amor capital”, el viaje literario de Karmele Jaio contra las relaciones afectivas tóxicas
¿Es posible que nos aferremos a un amor que nos quita la vida? Esa es la pregunta que se hace Olga, la protagonista de “Amor capital” (Destino, 2024) en el funeral del hombre con el que ha compartido su amor ciego, Martín.
La obra, la última creación literaria de la escritora y periodista, Karmele Jaio (Vitoria-Gasteiz, 1970), desgrana la realidad de un amor egoísta, impaciente e insano, que llena las carencias y se alimenta de la dependencia de una mujer a la que le han enseñado a amar apostándolo todo, pero olvidándose de sí misma.
La historia comienza en el entierro de Martín, donde Olga le habla desde un banco de la iglesia. Amantes hasta un año antes de su muerte, la protagonista recuerda cómo su relación se convirtió en una obsesión y cómo todo se desmoronó cuando Martín decidió alejarse de ella. Tras su fallecimiento, Olga se enfrenta a la necesidad de comprender todos los porqués que el difunto ha dejado sin resolver.
Esa misma duda que se le presentaba a la protagonista, la tenían, en aquel funeral de Martín, su mujer, su amigas o compañeras, sus amantes… O así lo afirma Olga: “Hemos buscado en ti un amor que nos ha ido debilitando, en lugar de buscar un amor que nos haga más fuertes, que nos haga creer más en nosotras mismas”.
La intérprete de la obra de Jaio se ha enamorado de su venda, esa que le tapa los ojos y le convence de una pasión y un amor que Martín hace y deshace a su antojo. Alrededor de este vínculo, la escritora plasma en este libro la antítesis del amor romántico y nos invita a cuestionarnos las concepciones preconcebidas sobre el amor y a explorar cómo -de mal- hemos aprendido a querernos.
“Amor capital” es un viaje literario que sumerge al lector en las profundidades del tan conocido en la actualidad como “amor tóxico”. A través de una prosa ágil y reflexiva, Jaio demuestra de qué manera el amor puede hacerse pedazos “como una taza que cae al suelo desde lo alto del armario”. Así lo define Olga en un símil que acompaña a sendas reflexiones sobre una pasión que se diluye después de la muerte.
Mientras las preguntas sin respuesta se suceden, la novela se entrelaza con una tesis doctoral, la de Laia, una joven que le ayuda a comprender cómo a las mujeres se les ha enseñado que deberían centrar sus vidas en el amor romántico. ¿Qué significa realmente amar? ¿Cómo hemos interiorizado estas expectativas? Estas cuestiones resuenan en toda la novela en la que Jaio nos desafía a mirar más allá de los clichés y las convenciones sociales, acompañada de sus amigas. “El amor es ciego, pero las amigas no”, sostiene la obra.
Más allá de estas líneas, las reflexiones que traza Jaio se acompasan con descripciones que permiten empatizar con las emociones de los personajes. La autora, con gran habilidad, alterna las experiencias vividas por Olga con historias de mujeres artistas. La propia protagonista comparte más de lo que cree con Frida Kahlo, con “Madame Bovary” o con la “Alegoría del triunfo de Venus”.
Porque, aunque para Martín lo más importante se reduce al sexo, Olga cede su vida a un amor al que las carencias hacen sombra, como todas esas mujeres con las que tiene tanto en común. Pero contra todo pronóstico, ella prefiere “pensar que es peor no saber amar de verdad, no haber tenido el privilegio de sentir tan profundo, no saber qué es sentir ese descontrol y esa libertad de una cometa al viento”, reflexiona.
Jaio –Olga como víctima de una ceguera que ni la muerte resuelve– nos muestra que el amor es un laberinto de emociones y decisiones que a veces se escapan de las manos. La narrativa de “Amor capital”, en resumidas cuentas, invita a la introspección, al diálogo interno sobre la importancia de cuidar el amor romántico y el familiar a través de vínculos sanos sin olvidarse de una misma.
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