Máximo Huerta señala el amor como motor del París de los felices años 20
Hace 100 años de la última vez que París acogió unos Juegos Olímpicos. Este verano la capital francesa volverá a ser sede del evento deportivo más esperado y el escritor Máximo Huerta (Utiel, Valencia, 1971) ha aprovechado la ocasión para recordar el ambiente que se vivió durante aquel evento en la “Belle Epoque”.
Su nueva novela, “París despertaba tarde” (Planeta, 2024) se transporta a unos juegos que fueron muy distintos de los actuales. Era otra época, la conocida como los “felices años 20”, en la que el júbilo y la ilusión inundaban las calles y, tratando de olvidar el dolor por la Primera Guerra Mundial, florecía una vida cultural y social en la que mujeres y hombres se sentían imparables.
Alice Humbert, personaje que ya protagonizó “Una tienda en París” (Planeta, 2023), vuelve ahora para contar otra etapa de su vida. Aunque el autor elija a la misma protagonista, ambas novelas son independientes. En esta ocasión, la mujer acaba de perder al que creía que sería el amor de su vida. En su sueño de ser modista, se refugiará de la angustia por la pérdida, lo que le llevará a montar una tienda de moda. Esta será el inicio de un camino lleno de sorpresas. En mitad de este ambiente de exaltación, Alice se entregará a sus sentimientos y conocerá un nuevo amor.
Justamente el gran triunfo de Máximo Huerta radica en la perfecta recreación de ese París de los años 20, que ha inspirado tantas películas y libros. La capital llega a convertirse en un personaje más, pues los ambientes transportan al lector a aquella ciudad en la que los Juegos Olímpicos se celebraban entre espectáculos, belleza y festejos. El París bohemio, moderno, olímpico, bullicioso y triunfante se presenta tan real en esta novela, que los personajes inventados se entremezclan con algunas figuras representativas de la época, como Claude Monet o Kiki de Montparnasse. De hecho, esta última es una de las voces narradoras, la que se centra en la parte del ambiente cultural festivo, que contrasta con la visión íntima de su amiga Alice. La novela, narrada desde un punto de vista femenino, también reivindica a la mujer, que en diversas ocasiones muestra su rebeldía en una época en la que los hombres la apartaban de todo espacio público.
Si bien es cierto que la historia llega a ser demasiado predecible y lineal, también lo es que tiene una lectura que atrapa y acerca a los personajes. Ellos y la ambientación son lo valioso del libro. A pesar de que a priori puede parecer una simple novela romántica, habla del amor en todas sus formas: la amistad, la familia, el amor propio, e incluso del desamor. Es este sentimiento el que mueve los hilos de una sociedad que parece estar sumergida en una risa contagiosa que, cien años después, se sigue escuchando entre los renglones.
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