El fondo de los fondos

El fondo de los fondos

Los españoles nunca mostraremos suficiente agradecimiento a doña María Jesús Montero Cuadrado por haber renunciado a ejercer la Medicina. La actual ministra de Hacienda, hace años, en un rapto de generosidad que, repito, nunca le reconoceremos bastante, decidió dedicarse a la política, y eso supone que nadie, jamás, tendrá que pasar por su consulta.

Con lo que habla esta mujer, con cada paciente estaría media hora, y, luego, cuando te tocara a ti, salieras a la calle, y le fueras dando vueltas al largo discurso, podrías llegar a la peligrosa conclusión de no saber si te había dicho que cuidado con el catarro, no fuera a evolucionar a un cáncer de pulmón, o cuidado con el cáncer de pulmón, que, encima, hay un catarro.


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No hace mucho, en el Congreso, creo recordar que informó de lo contentos que están en la Unión Europea con lo bien que hace las cosas España -¿o fue Nadia Calviño?- y ahora resulta que, con lo modernos que somos y lo progresistas, se nos ha jodido lo mas progresista que hay en contabilidad, que es el mecanismo digital, y el Gobierno no ha presentado las cuentas, y se habla de que pueden congelar los fondos.

A todo esto, se habla de los fondos, como si al jefe del Ejecutivo le hubiera tocado el gordo de la inexistente lotería europea, y viniera a repartirlo como un Papa Nöel dadivoso. Recuerdo aquél recibimiento en el Congreso que le hicieron los diputados socialista, que ni Roca Rey, ni Morante de la Puebla, en sus mejores tarde.

Bueno, pues de esos 140.000 millones, la mitad, 70.000 millones de euros, se tratan de un préstamo que tendremos que devolver los españoles, y tocamos a 1.500 euros por barbilla, lo que quiere decir que, si son cuatro en su casa, le corresponden 6.000 euros de deuda. No, no los tiene que pagar, pero lo abonará en impuestos, no se preocupe.

Lo peor es que esos fondos estaban destinados a revitalizar la economía, a evitar que cerraran empresas, a prolongar su funcionamiento en espera de tiempos mejores, pero es que ni siquiera se reparten, y una empresa que está con respiración asistida por el banco aguanta poco.

La situación es tan endiablada como para ponerse enfermo. Y, mira, menos mal, que hay cientos de buenos médicos españoles que nos trataran con más habilidad que la que tiene doña María Jesús con el dinero.

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