Los músicos ambulantes que 'reaniman' los pasillos del Metro de Madrid

Los músicos ambulantes que 'reaniman' los pasillos del Metro de Madrid

Son nómadas de la música. Llevan en sus espaldas o arrastrando de la mano maletas parlantes, guitarras, flautas andinas, trompetas, timbales, tambores, platillos o bombos con los que tocan y cantan desde Jazz a Rock'n'Roll, de instrumental hasta reguetón.


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Son artistas profesionales y amateur, que se ganan la vida armonizando los pasillos del laberinto subterráneo que es su escenario predilecto: los 294 kilómetros del Metro de Madrid.

A las 6:00 inicia el vaivén de 2,2 millones de personas en el suburbano de la capital y con él, el trabajo de los cientos de músicos que sacan su talento a relucir para llamar la atención de los pasajeros; conseguir que estos hagan una pausa a su ritmo y que lancen algunas monedas a sus estuches de guitarras, gorros o sombreros. A esa hora de la mañana, la mayoría prefiere entonar baladas, pero hay quienes se lanzan con melodías más animosas.

Un ejemplo de este último es Tanyor Tcheasir, un joven rumano de 28 años de edad, que alterna bachata y reguetón en una esquina de la parada de Plaza Castilla. Su melodiosa voz, carisma y movimientos de piernas, le sacan sonrisas a quienes bajan y suben por las escaleras mecánicas.

“Yo soy un showman. No solo canto, sino que conecto con la gente, la distraigo. Cada línea de Metro significa para mí una gira de conciertos y eso se lo dejo claro a mi público”, le cuenta entre risas.

Tanyor, quien recorre especialmente las líneas 6 y 7 con su música, llegó hace 10 años a Madrid y 9 de ellos lleva dedicándose a dar ‘conciertos’ en el Metro. Cuenta que la primera vez que lo hizo fue solo a acompañar a un grupo de artistas ecuatorianos en un paseo musical por los vagones.

“Y desde ahí me enamoré de la sensación de llegar a cada vagón que es un mundo y a cada gente para distraerla. Y cuando vienen a agradecerte ya sea con una moneda o con unas bonitas palabras, la sensación es muy agradable”, expresa.

CAMBIOS DE RUTINAS VIAJERAS, CAMBIOS DE ESTRATEGIAS

Con el inicio del verano y por las olas de calor en este 2022, el trajín y la prisa se condensan entre los pasajeros y la cantidad de pasajeros se reduce y, ante ello, los músicos cambian sus estrategias: Quienes permanecían hasta ahora en la superficie, tocando y cantando en los puntos turísticos de Madrid, trasladan su arte al Metro, y muchos de los que nunca salen de él, se van a otras ciudades. Así lo cuentan los mismos protagonistas.

“Por el calor, como en el frío de invierno, muchos nos quedamos en el Metro y otros viajamos a sitios turísticos de la temporada como Valencia y Barcelona”, narra Pipe Guevara, un guitarrista y cantante de origen colombiano de 28 años, que lleva al menos 5 de ellos recorriendo con música los vagones del suburbano.

No hay rivalidades, lo dejan claro: “Aquí todos somos amigos y músicos del Metro, nos ponemos de acuerdo, nos respetamos. Tenemos un grupo de Whatsapp por donde nos organizamos”, detalla.

Pipe trabaja especialmente en las tardes, a veces solo y otras en conjunto, como el resto. “Según el vagón, el género. Si hay gente latina se toca merengue, cumbia, bachata. Si hay jóvenes, el reguetón funciona. Aunque el rock y la guitarra eléctrica nunca fallan”, narra.

RECUPERACIÓN TRAS LA PANDEMIA

Los artistas, puntualizan, ganan un promedio de entre 60 a 70 euros al día, trabajando un mínimo de 5 horas sin largas pausas. “Y si se madruga más, se puede llegar a los 100”.

Mantener el ritmo de ingresos este verano es importante, coinciden, porque el bajón económico de su trabajo no se recupera desde el inicio de la pandemia en 2020.

“Apenas en estos últimos 5 meses el trabajo ha vuelto a tomar su camino como antes del Covid, porque los dos últimos años han sido para nosotros bastante difíciles”, menciona el colombiano.

“Ahora estamos mejor que en 2021 y 2020, pero no estamos como antes de la pandemia y en eso trabajamos”, concuerda Miguel Adán, un madrileño de 34 años, percusionista que toca el cajón y quien lleva enraizado en el Metro también 9 años.

Miguel, junto a su compañero de orquesta Jonathan Quiroz, también tiene una estrategia para el verano y que aplican a raíz de los estragos de la pandemia: cambian de rutas y repertorio. “Antes de verano permanecemos en las líneas 10 y la 6 que son de las más concurridas”, dice Miguel. Ahora recorren toda la semana lo que más puedan de las 302 estaciones que tiene esta red de ferrocarril metropolitano.

“No nos podemos quejar, porque a pesar de que no nos hemos recuperado desde el 2020, este trabajo nos da para vivir”, cuenta Jonathan, guitarrista y oriundo de Perú.

MÁS SENSIBILIDAD DE LOS VIAJEROS TRAS LA COVID

Aunque mencionan que los estragos de la COVID aún los persigue, destacan la sensibilidad con ellos y la música que la enfermedad ha dejado en los viajeros. “La pandemia nos afectó económicamente, pero tengo que decir que nos aportó mucho, porque desde entonces la gente tiene más conciencia, es más amable con nosotros y disfruta más de la música que les brindamos”, menciona Tanyor.

Metro de Madrid, según ha explicado su equipo de prensa, no alcanza a calcular cuántos intérpretes trabajan en el suburbano porque “su afluencia no es constante”. Sin embargo, algunos de los artistas han notado un aumento de músicos, no solo tras la COVID, sino también desde que las autoridades de la ciudad han limitado sus actuaciones en las terrazas de Madrid y han impedido el uso de amplificador y en muchos casos de percusión en las calles, desde enero pasado.

La única prohibición que tienen los artistas del Metro es no actuar en espacios que entorpezcan el paso de los viajeros. Y es así que el Metro se convierte a diario no solo en el principal escenario de trabajo, sino también el de la realización de sueños.

Le pasó a Jonathan. Pues fue en los pasillos del suburbano donde hace 3 años y medio, cuando llegó al país, cumplió su anhelo de vivir de su guitarra y convertirse en un feliz artista ambulante.

“Acá el arte es más apreciado que en Latinoamérica. Soy ingeniero en informática, trabajaba como tal en Perú, pero lo que me apasiona de verdad es la música”, sonríe.

También le ocurrió a Pipe; a Tanyor y a Adrián Malloraras. Este último es madrileño de 30 años. Él es baterista profesional y tenía su propia orquesta que actuaba en eventos y conciertos hasta antes de la pandemia. No obstante, cuenta, a raíz de la enfermedad y cuando los eventos artísticos se suspendieron, se instaló como baterista por primera vez en el Metro, donde halló más acogida y rentabilidad.

“Intentamos asimismo de música, dar buena energía, buena onda, porque todos tenemos problemas y queremos alegrar a la gente”, destaca.

“Yo no me veo dedicándome a nada que no sea la música, así no tenga contratos fuera, aquí en el Metro monto mis propios conciertos”, dice Pipe, mientras se prepara para ingresar a un tren semivacío donde entonará un cover de Marc Seguí y que, como el resto de sus compañeros, se sumergirá entre melodías en ese laberinto subterráneo.

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