Muy mal, señor Biden, siento decírselo

Muy mal, señor Biden, siento decírselo

Confío en que nadie me tome por aquel engreído colega que, hace ya no pocos años, desde las páginas de un pequeño periódico provincial español, escribió una tribuna que comenzaba así: "advierto al Kremlin, por tercera y última vez.

..". Hubo grandes risas, claro. No creo que el entonces Soviet Supremo se inquietase demasiado por la admonición, la verdad. Por esto que hoy escribo sé que tampoco va a sufrir el Capitolio, pero pienso que cada cual debe asumir las tareas a las que se sienta obligado y capaz, en la medida, humildísima en mi caso, que le corresponda. Y hoy me da por escribir esto que sigue.


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Pues claro que doy por supuesto que el hombre más poderoso, en teoría, de la Tierra, a quien por otra parte admiro, no se va a enterar de mi humilde reprimenda, que va, en realidad, dirigida a otros. Tampoco, por supuesto, creo que se enteren mucho en la embajada norteamericana en Madrid, que increíblemente sigue, un año después de la toma de posesión del nuevo presidente norteamericano, sin haber cubierto la plaza de embajador (o, en el caso que nos ocupa, embajadora, que es la que estaba nominada y aún no se ha hecho cargo del sillón en la semi esquina del Paseo de la Castellana con Serrano). ¿Seguirá así esta situación de vacancia cuando Madrid albergue, en junio, la 'cumbre' de la OTAN y Biden venga a abrazarse con Sánchez?

No, esta columna está dedicada, en primer lugar, claro, a quien quiera leerla; pero también a gentes más próximas y tangibles que los 'cabezas de huevo' washingtonianos: a algunos políticos 'de la oposición' nacional y a algunos colegas que se han mostrado encantados, para que se fastidie el Gobierno, hala, de que el señor Biden haya dejado fuera de su 'ronda europea' telefónica con líderes europeos, una hora y veinte minutos de conversación, a nuestro presidente, Pedro Sánchez. Para nada me parece una buena noticia que Sánchez no haya estado en este tele encuentro con Boris Johnson, Macron, Draghi, Scholz, el polaco Duda y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, además de Biden, claro, para debatir la enormemente peligrosa crisis abierta por Rusia con el tema de Ucrania.

Me parece una gran descortesía hacia un país aliado, España (y no hacia la persona de Sánchez, que aquí es lo de menos), que ha sido el primero que se ha brindado a enviar cazabombarderos a Bulgaria para estar al tanto de cualquier chispazo que pueda provocar una medida desdichada del imprevisible Putin. Creo que el Gobierno español se ha portado como un buen miembro de la Alianza Atlántica, mejor que muchos otros por cierto, y merece una dosis de reconocimiento por parte de Washington y las demás capitales occidentales.

Escucho argumentar que Biden 'no se fía' del Gobierno de España, en el que hay 'comunistas'. Comprendo esas razones, y soy el primero en pensar que el Ejecutivo español no puede continuar con las actuales contradicciones en su seno, como bien va diciendo por ahí, en privado, el entorno del ministro de Exteriores, Albares, que este martes tuvo una difícil comparecencia, a cuenta de todo esto, en el Congreso de los Diputados.

Pero también hay que decir que esos 'comunistas', o lo que sean -es decir, los de Unidas Podemos_, carecen de la menor competencia en materia de política exterior o de Defensa, y que sus voces de protesta en favor de la paz, que ahora favorecen más bien a los intereses reprobables de Moscú, son meramente testimoniales, casi obligados, brindis al sol plenamente impopulares. Ya digo que algunos ministros/as no deberían confundir Kiev con Irak, ni Siria con Soria, ni las témporas con ya sabe usted qué, y que cada mochuelo debería dedicarse a su olivo y Sánchez cuidar para que así ocurra. Pues claro que todos queremos la paz; pero ese no es ahora el tema, cuando derechos y libertades sagrados están conculcándose de manera impune en una parte del mundo que tiene una importancia estratégica vital.

La oposición no debería sumarse a ese contento algo infantil de 'chincha, rabia, Sánchez', porque España, insisto, que no su primer ministro, haya sido excluida de la 'cumbre'. Máxime cuando, en un gesto que le honra, Pablo Casado se ha alineado con el Ejecutivo socialista en las decisiones que pueda adoptar ante la crisis de Ucrania. Creo que lo sensato sería que todos pidiésemos -sí, algunos periodistas y ciertos medios también_que la OTAN y su patrón nos traten no solo como a la que aún es la cuarta potencia europea, sino como a unos aliados muy preferenciales, que mantienen bases utilizables por la Alianza (y por EE.UU) en España y que son los primeros en enviar a su fragata estrella y a sus aviones a la zona próxima al potencial conflicto.

Personalmente, me alegro de que en el seno del Ejecutivo español triunfen las tesis, para nada calificables de belicistas por cierto, que impulsan su presidente y la parte mayoritaria del Consejo de Ministros, y no las que predican tres ministros desinformados y su jefe, que ya ni está siquiera en el Gobierno. Y por lo que se refiere a los Estados Unidos... Muy mal, señor Biden; no está usted comprendiendo que esta no es ya la España de 'bienvenido míster Marshall'. Se lo digo para lo que sirva, que ya sé que no va a ser de mucho, snif.

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