Manzanares y Ureña dejan escapar dos toros de Puerta Grande en Madrid

Manzanares y Ureña dejan escapar dos toros de Puerta Grande en Madrid

Madrid, 8 oct.- Los diestros José María Manzanares y Paco Ureña no aprovecharon debidamente dos toros para haberse encumbrado hoy en Madrid, de Victoriano del Río y Jandilla, respectivamente, y que acabaron en el desolladero con las orejas puestas, en una tarde en la que Diego Urdiales, en cambio, no tuvo la más mínima opción.

El primero de esos dos toros fue el tercero, primero de Ureña, el ejemplar de mejores hechuras de los tres de Jandilla y también el único que verdaderamente sirvió. Un animal que se movió con suma franqueza en la muleta de un Ureña un tanto deslavazado en el primer tramo de faena por el derecho, por donde no acabó de rematar los muletazos, ni de apostar realmente.


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Al natural pareció por un momento que aquello podía "romper", con una primera tanda que tuvo su enjundia por esa sincera y entregada manera de hacer los cites tan característica en él. Pero no hubo mucho más destacable, salvo el susto que se llevó cuando salió por los aires en otro momento por el izquierdo.

Y es que a la faena le faltó mando, convicción y, sobre todo, una estructura más sólida ante un toro que fue de lío gordo y con el que, esta vez, abusó de los "efectismos" en lugar de torearlo en condiciones.

Y el otro astado de Puerta Grande -este todavía más importante- fue el quinto, un precioso e imponente sardo de Victoriano del Río, bravo en el caballo, derribando, incluso, a un Francisco María, que, sobrepuesto del susto, agarró un soberbio segundo puyazo, y que en banderillas acabó de "cantar" su extraordinaria condición por su alegre galope y la forma de abrirse en el capote de Daniel Duarte.

Luego en la muleta, por si fuera poco, tuvo prontitud, fijeza, clase y muchísimo temple. Y Manzanares, ¡ay Manzanares!, lo desaprovechó totalmente con esa manera de ponerse tan por fuera y de colocar la muleta tan ladeada que es imposible rematar prácticamente ni un pase en condiciones, como así pasó. Faltó, por tanto, acople y más sinceridad para que aquello hubiera fluido de verdad.

Qué pena de toro, arrastrado finalmente con las dos orejas puestas y con una atronadora ovación por parte de unos tendidos que a buen seguro le hubieran pedido también algún trofeo al alicantino de no haberlo pinchado.

Con estos pasajes queda perfectamente resumida una tarde en la que por enésima vez quedó corroborada la mala suerte que tiene Diego Urdiales en los sorteos.

Lo único destacado de su primero fueron sus ofensivas y astifinas defensas, pues el "jandilla" fue un auténtico inválido, claudicante a la mínima que se le exigía, pero que también se afligía de atrás cuando Urdiales lo trataba de llevar a su altura. Era complicado equilibrarlo, aunque la maestría del riojano es tal que hasta con esa birria logró exquisitos pasajes por el izquierdo.

Y el cuarto fue un toro muy desrazado y de lo más desabrido. Urdiales estuvo técnicamente inmaculado en una conjunto de escaso brillo por lo poco -o nada- que aportó el de Victoriano del Río.

Tampoco sirvió el primero de Manzanares, de Jandilla, que se tapaba por la cara y tendió a defenderse debido a su escasa fortaleza, un defecto que fue a más por el brusco trato que le dio el alicantino.

Y lo de Ureña con el sexto fue directamente estrellarse contra un muro por lo inválido y descastado que fue el de Victoriano del Río, que llegó hasta a echarse en el inicio de un trasteo breve y sin contenido.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros de Jandilla (los tres primeros), tan serios por delante como faltos de remate, con un primero inválido, un segundo áspero y a la defensiva y un tercero que sí fue un buen toro. Y otros tantos de Victoriano del Río, desiguales también de presencia, sin raza ni entrega el cuarto; el quinto fue bravo y extraordinario; y muy deslucido el sexto.

Diego Urdiales, de verde esmeralda y oro: estocada desprendida (palmas); estocada atravesada que escupe y dos descabellos (silencio tras aviso).

José María Manzanares, de azul marino y oro: pinchazo y estocada delantera y ligeramente contraria (ovación); dos pinchazos y estocada desprendida (ovación tras aviso).

Paco Ureña, de mercurio y oro: media caída y trasera, y dos descabellos (ovación tras aviso); dos pinchazos, estocada y cinco descabellos (silencio).

En cuadrillas, Daniel Duarte y Luis Blázquez saludaron tras banderillear al segundo; y Francisco María picó de forma notable al quinto, en el que saludaron Mambrú y, nuevamente, Luis Blázquez.

La plaza se llenó dentro del 50 % del aforo programado (poco menos de 12.000 espectadores).

Por Javier López

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