La cofradía del santo reproche

La cofradía del santo reproche

La apabullante victoria de Diaz Ayuso, evitando el crecimiento de VOX, la contundente derrota del PSOE, sobrepasado por Mas Madrid, el rotundo fracaso de Iglesias y el hundimiento total de Ciudadanos -lo único lamentable- evitan hacer demasiados comentarios sobre los resultados del 4M en Madrid.

Ahora toca administrar la victoria en Madrid, que los que han perdido tiendan la mano al que ha ganado y que éste administre la victoria con humildad y dialogando. Toca gobernar para todos, que algunos hagan examen de conciencia -y propósito de la enmienda, que si no el arrepentimiento no sirve para nada-, repensar quienes son los que pueden ayudar a reconstruir España tras la pandemia, deshacer las amistades peligrosas y, sobre todo, cuidar la calidad de la democracia y el prestigio de las instituciones que la sustentan.


Si no te convence, ¡darse de baja es un clic!
Estoy de acuerdo con los Términos y condiciones y los Política de privacidad




La resaca electoral ayuda poco, no obstante. Los dos partidos que entraron con fuerza para regenerar la caduca política española ya no existen. Ciudadanos se va con dignidad. A Podemos le está enterrando su líder áulico, después de demostrar su ineficacia para trabajar y gobernar. La dimisión de Iglesias, cuarenta y ocho horas después de garantizar que, pasara lo que pasara, se quedaría a defender a los madrileños, es una huida por la puerta de atrás. Otra mentira más de quien ha sido responsable de la mayor época de confrontación y odio de la democracia española.

Los madrileños le han puesto en su sitio. Eso sí, se va con el sueldo de exvicepresidente, su buen chalé en Galapagar, una próspera situación económica y dejando colocados en el Gobierno a amigos y conocidos sin más méritos que los de apoyar al sanchismo sin preguntar nada. Los madrileños han elegido "democracia" frente todo lo demás. Iglesias, que miente conscientemente al decir que "en España se ha normalizado el fascismo", se ha marchado con el rencor que le caracteriza, llamando "depredador" al equipo que han elegido casi por mayoría absoluta los madrileños, "derecha trumpista" al PP, asegurando que la consolidación de la ultraderecha es una tragedia, que la "deslealtad institucional" de la Comunidad de Madrid se intensificará y que ha perdido por la "agresividad del PP y la ultraderecha y los discursos fascistas en los medios de comunicación que movilizan lo peor de la democracia".

Iglesias, el patrón de la cofradía del santo reproche, que no reúne al congreso de su partido, que nombra sucesores a dedo, como el "apestado" Aznar, no ha querido ser el jefe del cuarto partido de la oposición en Madrid y se va, tras su fracaso, por la puerta de atrás. "Hay hombres que no suben después de caer", dijo el dramaturgo Arthur Miller y ya saben que, incluso cuando es odio y desprecio, la política es puro teatro.

Pero, fuera de Iglesias, aquí no dimite nadie. Ni Tezanos el sociólogo que está desprestigiando y hundiendo al CIS, que opina que los madrileños somos unos apestados "tabernarios" y que desprecia la capacidad intelectual de Díaz Ayuso, ni tampoco el otro gran derrotado, Ángel Gabilondo, capaz de machacar su prestigio personal, abandonado por su partido en la noche electoral, humillado por las ocurrencias de Iván Redondo, de Ábalos -"Madrid no es España"-, de las ministras económicas -más impuestos para todos, pero, especialmente para los que menos tienen- y de Sánchez que le hizo las listas, le diseñó la campaña, le obligó a desdecirse y le dejó tirado cuando vio que la derrota iba a ser demoledora. Lamentable epílogo para quien tampoco supo decir adiós con grandeza en la noche electoral.