El chotis del 4 de mayo

El chotis del 4 de mayo

En un peculiar estado de crispación ideológica, similar al estado de crispación identitaria reinante en Cataluña, dimos por terminada el martes pasado la extenuante y embrutecida batalla por los votos de los españoles censados en la Comunidad de Madrid.

Qué alivio.


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Al chotis electoral del de mayo no le dan los vuelos para disputar entre dos modelos económicos, dos formas de gestionar la pandemia o dos lados de la barricada respecto al concepto de libertad. Los vectores del análisis son mucho más simples. El más primero y el de trazo más grueso es el rechazo instintivo de los votantes al tándem Sánchez-Iglesias. Eso engordó la causa de Isabel Díaz Ayuso por la derecha (PP sin Casado) y Mónica García por la izquierda (Podemos sin Iglesias), las triunfadoras de la noche.

De ahí ha de partir cualquier intento de descifrar lo ocurrido. Viene cargado de moralejas de cara a las próximas Elecciones Generales. Barrida de Ayuso que le permite gobernar a sus anchas, como quería, y además capitaliza a Pablo Casado a escala nacional. Hundimiento del PSOE que deja debilitado a Sánchez hacia fuera y hacia dentro. Además, la despedida política de un Iglesias cautivo y desarmado por la realidad, la desaparición de Ciudadanos de la orografía parlamentaria y la doble buena noticia de que ni Podemos ni VOX serán decisivos en la gobernación regional.

Pero volvamos al principio: el batacazo del sanchismo. Dicho sea con justa y necesaria intención de endosarle el peor resultado obtenido por el PSOE en la Comunidad de Madrid desde la fundación de las Autonomías. Nada se hizo bien desde Moncloa desde el inesperado volantazo que convirtió en un falso podemita al "soso, serio y formal" Gabilondo del principio, cuando se suponía que la sensatez del candidato socialista cotizaría al alza en medio de la crispación por Iglesias y Vox.

Los refuerzos femeninos (Lozano, Llop, Jallul y Maroto) se perdieron en una absurda estrategia autodestructiva que insultaba cada día la inteligencia de los ciudadanos. Ahora debería explicar Sánchez por qué quiso hacer creer a los madrileños que si ganaba la derecha se tambalearía la democracia y vendrían los fascistas a pasarnos a por la navaja ensangrentada de la ministra Maroto.

Mala noticia es la desaparición de Cs, que pasa de 26 escaños a 0, a pesar del notable esfuerzo de Edmundo Bal por vender sensatez en un escenario polarizado. Con este nuevo fracaso de Cs se pierde el efecto profiláctico su capacidad de frenar el salto de la ultraderecha al Gobierno.

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