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La odisea de montar una exposición de arte en plena pandemia

La odisea de montar una exposición de arte en plena pandemia

Montar una exposición nunca fue fácil, pero la pandemia ha añadido complejidad a la tarea. Las obras de arte tienen tantas dificultades para viajar como las personas y los museos adoptan nuevas fórmulas para sacar adelante su programación.

Organizar una exposición implica decenas de entidades y profesionales: museos, conservadores, técnicos de iluminación y montaje, empresas de transporte o fundaciones privadas, y más, muchas más. La lista es tan extensa como ambiciosas han sido las macroexposiciones de la última década.

Una de las figuras menos conocidas, pero fundamental en este proceso, es el "correo", un especialista que acompaña las obras en su transporte y que salvaguarda cada uno de sus movimientos desde que se embala en el museo de origen hasta que se cuelga en su destino.

La presencia de "correos" se ha frenado en seco con el coronavirus y muchos de ellos han sido sustituidos por "correos virtuales": la tecnología, una vez más, ha acudido al rescate para soslayar los problemas creados por la pandemia.

El coordinador de exposiciones Jordi Penas ha sido el responsable de que todas las obras de “Pasiones Mitológicas”, la primera gran exposición temporal del Museo del Prado de 2021, llegaran a Madrid. Son una treintena de obras procedentes de trece prestadores (museos y colecciones privadas).

Muchas de ellas han llegado gracias a "correos virtuales", según explica en una entrevista.

El proceso del "correo virtual" es muy parecido al físico, dice. Donde antes había una persona ahora hay "varios dispositivos". Una vez que la obra llega al museo de destino, varias cámaras entran en acción y retransmiten el desembalaje.

El responsable del museo prestador supervisa el proceso a cientos de kilómetros de distancia y puede dar indicaciones o pedir, por ejemplo, que se haga un barrido sobre la obra con un móvil, para certificar "que no ha sufrido daños durante el viaje".

Todo requiere una coordinación previa con la institución, indica el responsable del Prado. El propio museo madrileño siempre utilizaba correos, pero con la llegada de la pandemia ha optado por este sistema para mantener los préstamos comprometidos.

No todos los prestadores aceptan este tipo de innovaciones. Una de la obras de “Pasiones Mitológicas” no ha podido llegar a Madrid por esta razón. El dueño, la Royal Collection inglesa, no quería que viajara sin acompañamiento y ha sido imposible.

El museo confía en que en las próximas semanas, si se rebajan las exigencias de los viajes con el Reino Unido, pueda llegar acompañado por un “correo” y se pueda incorporar a la muestra.

“Cada prestador es un mundo y cada uno pide unas condiciones diferentes”, declara Penas, quien subraya que lo importante es, sin duda, que la exposición ha salido adelante en un momento tan difícil como el actual.

No es el único obstáculo que ha sufrido la exposición, que inicialmente prevista para 2020.

La muestra viene de Londres, donde ha estado más tiempo cerrada que abierta por dos confinamientos. Entre medias se cruzó el Brexit y otra serie de problemas por el camino, como que uno de los museos participantes cancelara su participación por falta de presupuesto.

"No son momentos fáciles para montar una exposición", advirtió durante su presentación Miguel Falomir, director de la pinacoteca.

La experiencia de la Fundación Mapfre es similar. La exposición de Alekséi von Jawlensky de su sede en Madrid estuvo en el filo de la navaja por la situación de Estados Unidos, de donde venía la mayoría de los cuadros.

Solo dos de las obras de la muestra (de casi un centenar) ha llegado con "correo" físico", el resto han sido sustituidos por cámaras y mucha buena voluntad por parte de los prestadores.

“Teníamos dos opciones: o no hacer la exposición o hacerla de otra manera” resume Carlos Martín, especialista de pintura de la fundación.

El montaje de cada cuadro se hacía con cuatro cámaras: “Una enfocaba la obra mientras una restauradora tomaba notas sobre su estado, otra enfocaba el lugar en el que iba a ser colgada, otra seguía el recorrido de los operarios y otra se destinaba a que la coordinadora estuviera en contacto con el 'correo', que estaba literalmente en su casa”.

El proceso es “fascinante”, pero “lo más bonito”, destaca este historiador, es que “ha funcionado” y da imagen de profesionalidad.

¿Sustituirán este tipo de nuevos sistemas a los "correos físicos" en el futuro? “Si el fin de la pandemia llega, podría plantearse un proceso de este tipo siempre y cuando no sea estrictamente necesario. Supone un ahorro económico y ecológico. Es un campo en el que todavía hay que trabajar”, apunta el especialista en pintura de la Fundación Mapfre.

Penas, el responsable del Prado, también cree que dependerá de cada caso: “No podría aventurarme a dar una respuesta, dependerá de cada institución, es una conversación que se debe tener a nivel de sector porque nos jugamos mucho con lo que movemos”.

Por Celia Sierra

 

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