Filomena, ¡la qué faltaba!
El Gobierno decidió, adelantándose incluso a la petición formal de la Comunidad de Madrid y otras zonas de España, aprobar la declaración de zona catastrófica. Es curioso, aunque era su obligación y responsabilidad hacerlo, que apenas unos días después de la gran nevada tanto el ministro del Interior como el de Fomento pusieran en duda la necesidad de hacerlo.
Fueron unas declaraciones muy criticadas, porque sólo había que asomarse un poco a la calle y a las noticias para apreciar el desastre monumental que Filomena había causado en bienes públicos y privados. Y, por supuesto, para intuir que miles y miles de negocios iban a sufrir aún más de lo que ya lo hacen con las nuevas restricciones provocadas por la expansión incontrolada de la Covid 19 y el retraso en la vacunación.
Bien está lo que bien acaba, aunque es cierto que habrá que ver con lupa la letra pequeña de esa declaración. Y, lo más importante, cuándo llegarán los fondos. Se entiende perfectamente que haya un cierto recelo a la vista de lo ocurrido en otros desastres anteriores. Quién no recuerda que años después, por ejemplo, del terremoto de la localidad murciana de Lorca, los fondos ni estaban ni se les esperaba y su reparto fue tal caos que algunos vecinos tuvieron tiempo después que devolver el dinero recibido.
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