Lecciones de democracia del alcalde de Fuenlabrada

Lecciones de democracia del alcalde de Fuenlabrada

Leía la semana pasada en las páginas de información de este diario una noticia que me dejó boquiabierta. Por poco común y porque indica la grandeza de alma de una persona. El poder, mejor dicho la lucha por el poder, es una de las pasiones que todo hombre lleva dentro. Poder en sus diversas formas, de mando, de control sobre los demás, de imponer las propias ideas…

Pues bien, en este contexto Javier Ayala, alcalde de Fuenlabrada, del PSOE, afirma que está abierto a la posibilidad de alcanzar pactos con otras fuerzas de izquierda de cara a la próxima legislatura, pese a haber alcanzado la mayoría absoluta, con 16 de 27 concejales. O sea, que aunque podría gobernar sin consultar con nadie, quiere contar con otros grupos para consensuar.


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También ha dicho que está dispuesto a buscar la "línea" de cooperación con otras formaciones, pero ha excluido a VOX.

Pongo un pero porque Vox es un partido tan legítimo como los demás, constitucional, que representa al 7,23% de los vecinos de Fuenlabrada, que lo han votado, lo que supone un total de 6.317 votos. Lo demócrata -a mi parecer- es ser el alcalde de todos: de los que han votado al PSOE y también de los que se han decantado por Vox.

Bien es verdad que los programas no serán coincidentes, por lo que poco o nada podría concederle Ayala a este partido, pero establecer de antemano una línea roja tan clara me parece poco consecuente con el título de demócrata. Al fin y al cabo, su sueldo de alcalde también lo pagan esos seis mil y pico vecinos votantes del partido de derechas.

Aunque el gesto de la búsqueda del consenso honra a Javier Ayala yo le pediría un paso más: hablar, explorar propuestas de todos, no discriminar.

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