Arroyo, el artista a contracorriente, recibe el homenaje del mundo del arte

Arroyo, el artista a contracorriente, recibe el homenaje del mundo del arte

Lo ha dicho Fernando Anaut, director de La Fábrica, Eduardo Arroyo, al volver del exilio en Francia en 1976, se decepcionó porque nadie le esperaba.


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esta noche sí se hubiera "reído", ha dicho el ministro de Cultura, José Guirao, ya que el auditorio del Museo Reina Sofía estaba lleno para rendirle homenaje.

Un homenaje laico de amigos, españoles, franceses o italianos, y representantes del mundo del arte, editores o ensayistas, cinco meses después de la muerte de Arroyo, el 14 de octubre de 2018, organizado por el Museo Reina Sofía y el Museo del Prado en un acto que ha abierto el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, quien ha señalado a Arroyo como una figura "compleja y poliédrica de la cultura española desde los años 60 hasta hoy".

También ha destacado Borja-Villel su faceta de escenógrafo y prosista y ha recordado que Arroyo (Madrid, 1937-2018) una de las figuras centrales del arte español de la segunda mitad del siglo XX y de principios del XXI, le comentó alguna vez que hubiera preferido entrar en la Academia de la Lengua, más que en la de Bellas Artes.

Borja-Villel ha recordado que Arroyo estuvo implicado en las colecciones del museo y que dos de las exposiciones que se desarrollan ahora en el Reina se deben a sus largas conversaciones con el pintor. Se trata de "Poéticas de la democracia" y "París pese a todo".

Por su parte, el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, ha recordado que el Prado era el museo favorito de Arroyo. "Nunca dijo que era el mejor del mundo, pero sí su favorito", y ha hecho hincapié en lo mucho que le debe la gran pinacoteca al pintor. "Sentía el museo como suyo, como la casa de los pintores" y sabía que lo único antiguo del Prado son las fechas de las obras".

Falomir ha recomendado visitar el Prado con la guía que hizo Arroyo para hacer un recorrido por este museo: "Al pie del cañón".

Al escenario del auditorio del Museo han subido numerosos amigos del pintor, entre ellos Miguel Zugaza, Felix de Azúa, Joan Tarrida, Elvira González, Carlos García Alix, que han destacado las diferentes facetas del pintor; o algunos de sus amigos franceses o italianos, como el artista Bruno Bruni, amigo de Arroyo desde 1968, con quien compartió la pasión por el boxeo y que esta noche ha querido recordar al pintor figurativo y pop como alguien arrollador y único.

"Estábamos en Nueva York y nos encontramos a María Callas, que estaba abrazada con un hombre, y Eduardo le dijo:'Hombre, María, hola", y ella soltó al hombre y vino a saludar a Eduardo, y es que no la conocía de nada, y así era él".

El crítico Fernando Castro Flórez ha subrayado el amor de Arroyo por el boxeo. "Le gustaba el arte del boxeo porque a casi nadie le gustaba, era una anomalía salvaje. Tenía buena izquierda y sabia boxear a la contra. Tenía rabia y rencor y le gustaba dar la cara. Se convirtió en un gran fajador".

Guirao, que ha cerrado el acto, ha señalado que le parecía extraño estar en el homenaje esta noche sin él. "Se hubiera reído de eso y de mí, al acudir a este acto como ministro", ha comentado, al tiempo que ha recordado la etapa del exilio del pintor y de otros creadores españoles como José Ángel Valente, Juan Goytisolo o José Miguel Ullán. "Aprendió a ser español en el exilio y todos ellos tenían una especie de melancolía por lo que podría haber sido esa España y no fue".

"Era un personaje único, nos cautivaba a todos con su energía. Con su parte gamberra mostraba su malestar", ha precisado Guirao, que trabajó con el artista cuando era director del Museo Reina Sofía y se hizo la exposición antológica de Arroyo en 1998.

"Fue difícil, pero nada compensa más que la gente que te lo pone difícil. La dificultad para mí es siempre sinónimo de un resultado extraordinario. Me siento muy orgulloso de haber colaborado en esa exposición del Reina Sofía. Fue la primera vez que vi a Arroyo cómo se le humedecían los ojos antes de la inauguración y me dijo: Aquí está toda una vida de trabajo, y me pregunto si ha merecido la pena'".

Pero, sí, para nosotros, para los que estamos aquí, creo que mereció la pena conocer a Eduardo Arroyo", ha concluido.

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