Rato y las elecciones del 24-M

 

La detención de Rodrigo Rato durante unas horas el pasado jueves supone un nuevo misil en la línea de flotación del Partido Popular. No solo de cara a las elecciones que afrontará en 2015 –municipales, autonómicas, catalanas y casi con total seguridad generales- sino al futuro de su marca.

La lacra de la corrupción es como un ácido corrosivo que destruye todo a su paso. Los dirigentes populares no dejan de repetir, y tienen razón, que un puñado de corruptos no hace corrupto a un partido. Es cierto, pero: ¿Qué sucede cuando ese puñado representa o ha representado a la elite de la formación?


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Condenamos los juicios mediáticos y defendemos a ultranza la presunción de inocencia. Creemos firmemente que una justicia lenta no es justicia. Denunciamos la politización de la justicia y confiamos en la honradez de la mayoría de jueces y magistrados como también confiamos en la mayoría de los políticos.

El Partido Popular debe acometer una profunda regeneración, algo no equivalente a cambiar sexagenarios por treintañeros. El Partido Popular en Madrid sí ha sabido que los tiempos y la forma de hacer política han cambiado. Intentó modificar la ley electoral y no contó con el respaldo de la oposición. Tampoco al intentar reducir el número de diputados en la Asamblea.

La detención de Rato afectará al Partido Popular el próximo 24-M, pero más le afectará apostar por el inmovilismo si salva los muebles en los próximos comicios. Toca mirar a largo plazo.

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